Entrevista a Victoria Guerrero
Victoria Guerrero ha ido trazando, desde su primer libro De este reino, una obra poética importante. Berlín (Intermezzo tropical, 2011) confirma las virtudes que la crítica –entre ellos Aberlardo Oquendo– se ha encargado de subrayar.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
–¿Cómo se origina este nuevo poemario Berlin?
El poemario se origina a partir de una reflexión sobre la idea de separación y/o división en su sentido más amplio, lo cual evidentemente refiere una unión previa o futura. Es una indagación, entonces, sobre esos procesos, tanto desde la historia personal y social como desde la poesía misma. Es decir, yo he tenido la suerte de poder viajar varias veces a la ciudad de Berlín, y, desde el primer momento, establecí una relación muy fuerte con ella. Para mí, Berlín es la metáfora de un gran cementerio y de un gran museo; una ciudad con una historia que es el reflejo de constantes divisiones y desgarramientos, de laboratorios de la muerte, pero también de luchas y revoluciones, de gente del este y del oeste, cuyas vidas siguen estando marcadas por el Muro, aunque este ya no exista sino como una reliquia turística.
–Recurres a la figura del Muro de Berlín, pero también la trasladas a la división social que hay en Lima.
Claro, el Muro es el gran centro del Berlin poético, la gran metáfora sobre la que se construye el poemario. Finalmente, no somos alemanes, hemos pasado por otros procesos: uno profundo de colonización que ha tenido graves consecuencias en nuestra historia y que se reveló de manera traumática durante los últimos treinta años. Es un periodo de nuestra historia sobre el que se está reflexionando últimamente, sobre todo desde la escritura y la investigación, y; sin embargo, te das cuenta de que la mayor parte de la ciudadanía y de nuestros políticos no quieren saber qué pasó del otro lado o no les importa. Y, aunque han cambiado algunas cosas, seguimos siendo un país francamente sexista, clasista y racista. Cuando escucho opiniones de que el Perú se ha democratizado porque hay más gente diversa en espacios antes solo vinculados a cierta clase social, me quedo pensando en cómo la ideología se repite en estos nuevos sujetos que ocupan ahora esos espacios. Así, no importa cuántas mezclas étnicas o raciales haya, la ideología se perpetúa como un círculo vicioso. El acceso al consumo crea la falsa ilusión de que nos miramos de manera igualitaria cuando, en realidad, se crean más abismos.
–También el tema del Muro se plantea dentro de una ruptura sentimental.
Exacto, el poemario también exorciza otros fantasmas. Un proceso de separación que es evidente en la primera parte del libro, «La división de los aliados»: la ruptura de un matrimonio, la vivencia de los sujetos en ciudades diversas, con ideologías diversas. El amor es visto, en el texto, como una suerte de utopía, como un necesario sacrificio para poder enfrentar la transacción perpetua que plantea el capitalismo tardío: esa sensación de goce y de vacío que nos impulsa a la compulsión del acumulamiento.
–El poemario establece diálogos y vínculos con otros poetas, como Vallejo, por ejemplo.
Hay varios poetas con los que tengo una deuda en este libro, pero también se trata de un tributo a mis lecturas. La obra de Vallejo es un subtexto que recorre el poemario, no solo con sus palabras, sino también con su vida. Mientras escribía me preguntaba quién es el guía de un poeta: ¿otro poeta o su terapeuta? (Hay un verso del poema «La boda» que lo testimonia). «Zona», de Apollinaire, es el poema que más amo en este mundo. Carmen Ollé es otra poeta a la que siempre vuelvo. Ramírez Ruiz es central en Berlin, la metáfora de una vida que termina en la tragedia del anonimato, la tragedia repetida de nuestros muertos en el Perú, y, a su vez, el abandono en el que han vivido muchos de nuestros mejores poetas y artistas. Además, están Mallarmé, Poe, Rimbaud. Todos ellos me ayudaron con sus versos vigorosos, que eran como hermosos sonidos en mi cabeza que insistían en acompañarme. Yo solo los dejé estar.
–Tus últimos libros han sido muy bien recibidos por la crítica. Abelardo Oquendo tuvo frases muy elogiosas sobre tu poesía.
Sí, se han escrito algunos textos sobre mi libro anterior Ya nadie incendia el mundo, sobre todo desde la crítica especializada. En realidad, como sabes, las páginas de los diarios dedicadas a lo que se considera cultura en este país cada vez son más escasas o no existen (o se mezclan con el espectáculo). Sin embargo, me admira la gente que aun resiste en esos espacios y defiende una lectura personal de los textos. En cuanto a Abelardo, él ha sido muy generoso conmigo. Es un crítico que aprecia en mucho la poesía.