Entrevista a Patrick Rosas
Patrick Rosas, quien reside desde hace mucho en Francia, retornó brevemente a Lima para presentar un par de libros. Entre ellos, Lo que sé de Camargo (Mesa Redonda, 2011), una novela que relata la singular existencia de un poeta peruano de los setenta.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
–¿Cómo surge la novela, qué idea o imagen fue el punto de partida?
Es difícil para mí responder esa pregunta porque es, hasta cierto punto, un misterio. En general, los temas literarios parten de una idea que uno va madurando durante cierto tiempo hasta que la idea se convierte en una historia, con principio y final. Luego va siendo elaborada y modificada conforme se va escribiendo. En este caso fue diferente, yo había terminado de escribir Inolvidablemente, que es la otra novela que vine a presentar en Lima. Y tanteando temas se me ocurrió éste. Y se me ocurrió porque me di cuenta que conocía a dos poetas que tenían una vida bastante novelesca, en su lado patético. Y era una historia que se podía contar.
–¿Cómo fue el proceso, cómo te planteaste la estructura?
Para contar la historia necesitaba un antagonista. Tenía al protagonista de la historia, que es Kike Camargo, inspirado en dos poetas de la generación del setenta. Y buscando ese antagonista encontré la solución en Martín Sorel, muy amigo de Kike Camargo desde los años setenta y que lo ha seguido hasta casi convertirse en su sombra, como se dice en un momento de la novela. Y lo convertí a él en el narrador de la novela que tiene la forma de un testimonio. Sorel escribe un testimonio sobre su amistad y su rivalidad con Camargo desde los años setenta hasta la muerte de Camargo cerca de parís, 30 o 40 años más tarde. Y para que la idea del testimonio fuera más creíble, se me ocurrió escribir un prefacio al testimonio de Martín Sorel, de modo que él se presenta como un personaje autónomo, como el escritor de ese testimonio.
–La novela también es el retrato de una época…
Sí, en realidad mi idea era, por un lado, hacer una crítica novelada y no velada de la generación del 70. Y por otro lado, construyendo a estos dos personajes, Kike Camargo y Martín Sorel, quería mostrar dos peruanos representativos que están sociocultural y económicamente en las antípodas. Sin embargo, hay algo, una especie de destino trágico, que ha sido muchas veces el destino de los peruanos, que los une al final: la muerte que a la vez que los separa los reúne de alguna manera. Y también la idea era hacer una especie de retrato del Perú a partir de dos personajes que, en mi opinión, eran representativos de lo que es un Perú general.
–Esos dos poetas que mencionas son reconocibles…
No puedo decir nombres, pero digamos que el primer inspirador de Kike Camargo es alguien que no ha muerto. En cambio el segundo es alguien que ha muerto trágicamente casi como muere Camargo en la novela. Pero no quiero mencionar nombres porque es un personaje literario, yo lo único que he hecho es inspirarme en dos personas de la realidad.
–Porque finalmente el personaje es autónomo…
Claro, lo que le ocurre a Camargo no le ha ocurrido a al personaje del que me inspiré. Yo he inventado las situaciones que se le presentan. El personaje de la vida real sirve como un modelo. En mi otra novela, Inolvidablemente, hay un personaje que he llamado Rafael Ben Avides, inspirándome en Martín Adán, porque necesitaba frente al personaje una figuara humana, necesitaba visualizarlo para poder imaginar al personaje. Por eso le di el nombre, pero el personaje no tiene nada que ver con Martín Adán. Todo personaje en una obra de ficción es simple personaje de ficción.
–Un tema recurrente en tu obra –pienso en los cuentos de Un descapotable en invierno, en la novela Sombra y en ésta última– es la muerte…
Me atrae el tema de la muerte porque de alguna manera también la muerte es el mal. La vida sería el bien, sería el don, y la muerte sería el fin de ese don. La muerte es, de alguna manera, una obsesión. Es también una forma de exorcismo al temor que me provoca la muerte. Y quizás tratar de permanecer de alguna manera. Inolvidablemente, la otra novela, es un acto de amor, un acto de resurrección, de un personaje que ha sido el gran amor de mi vida y que se suicidó. Es el mismo personaje de Sombras. Está inspirado en la misma persona, en el gran amor de mi vida, quien se suicidó; y a través de esta novela trato de resucitarla, de que quede, de que permanezca. De alguna manera la muerte figura como tema en casi todas mis novelas y mis cuentos es por eso: una manera de permanecer y de exorcizarla.