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"Quería escribir una novela larga, ambiciosa"

Raúl Tola presenta su nuevo libro Flores amarillas (Alfaguara, 2013)

Publicado: 2013-08-14

Tras publicar dos novelas y un conjunto de relatos, el escritor y periodista peruano Raúl Tola sorprende gratamente con Flores amarillas (Alfaguara, 2013), una novela no sólo más ambiciosa en volumen –la más extensa que ha escrito– sino, principalmente, en la concepción estructural y narrativa. En el libro transcurren, paralelas, dos historias: por un lado, la historia del ascenso y caída del protagonista durante la época de Odría; y, por otro lado, la huida de Italia de uno de sus antepasados, en un periplo que lo llevará al Perú. Raúl vive ha trasladado su centro de operaciones literarias a España; aunque viene a Lima muy seguido para grabar un programa de televisión de entrevistas. Aprovechando una de esas visitas, nos reunimos en la bella librería SUR para una muy interesante charla sobre su literatura y esta nueva entrega.

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Foto: CMS  


¿Flores amarillas parte de alguna imagen particular que funciona de disparador de la historia? ¿Cómo surge la novela?
De muchas imágenes entremezcladas. Todas nacidas de sobremesas familiares que yo escuché desde muy niño. Y recién cuando fui adulto y alcancé cierto nivel de madurez, descubrí que estaban entrelazadas y que podían ser el germen de una gran ficción, de una gran historia que tenía a mi abuelo como protagonista principal. Escuchaba historias de mi abuelo como un personaje muy poderoso, muy generoso, lleno de cariño y con vínculos con el poder. Había sabido conseguir su fortuna y enamorar a mi abuela que había sido reina del carnaval de Magdalena y que provenía de un origen de clase media baja, su padre era panadero que provenía de una familia de inmigrantes italianos. Entonces, claro, escuchar todas esas anécdotas familiares como se escuchan, seguramente, en todas las casas. A mí me terminó sorprendiendo mucho. Terminé empatándola con alguna de las ficciones que más me interesaban como Conversación en la Catedral o El padrino. Mi abuelo hizo su fortuna durante el régimen de Odría y era una familia de migrantes. De todas estas fuentes es que surge lo que ha terminado por ser Flores amarillas.
Partes de lo biográfico para construir la ficción…
Todas las novelas son biográficas, a pesar de que todo es mentira, todo es biográfico, porque tomas como punto de partida la biografía del autor. Le ha pasado al autor, ha sido conocido por el autor o, en todo caso, ha sido imaginado por el autor. Y en este caso, las fuentes históricas han sido importantes. Fuentes que me han remitido a la unificación italiana, 1860, y también a los años 50, cuando transcurrió el gobierno de Odría. Hay dos ficciones que corren de en paralelo: la historia de la migración de mi familia, desde mi tatarabuelo, y la historia de mi abuelo, su auge y decadencia durante el gobierno de Odría.
¿Cómo fue el proceso de investigación? ¿Es verdad que viajaste a Italia?
Lo que pasa es que hay un gran riesgo a la hora de escribir ficciones como ésta, porque son hechos que no viví, no he conocido, no he visto, de lo que ni he estado familiarizado más allá de los libros y de las historias que he escuchado. Entonces, para poder recrear dos épocas tan disímiles como el gobierno de Odría y la Italia de la unificación necesité eso, emprender un trabajo de investigación muy arduo. Y no sólo a través de los libros –leí mucho sobre las dos épocas–, pero también viajé mucho y entrevisté a todas las personas que pude, que tenían vinculación con esas dos épocas. Hice un largo proceso de investigación: entrevistando a mis tíos. Y en una de esas entrevistas aparece la historia de mi tatarabuelo, guerrillero garibaldino huye de Italia. La sola mención de este guerrillero que es mi antepasado me pareció fantástica y abrió un universo que no consideraba originalmente para esta novela. Para retratar bien su viaje tuve que estar en Génova, que es el puerto de donde se embarca, y tuve que estar en el pueblo de mi familia que es de donde huye. Para retratar bien el lugar a donde llegan los italianos tuve que familiarizarme con el puerto del Callao, pasar mucho por Chucuito, a pesar de que en esa época Chucuito recién estaba siendo construido.
¿Y en el caso de la época de Odría, acá en el Perú?

Lo mismo me pasó con la época del gobierno de Odría. Sostuve reuniones con Guillermo Thorndike antes de que él muriera. Y me contaba cosas del gobierno de Odría fascinantes. Por ejemplo: uno de los personajes de la novela que está inspirado en un tío mío financia un intento de golpe militar de Zenón Noriega, que era vicepresidente, contra Odría, que era el presidente. Un golpe de estado que fracasa. Le pregunté a Thorndike qué anima a Noriega a dar ese golpe de estado. Y él me cuenta una historia que luego cotejando aparece en su libro Los apachurrantes años 50. Y era que Zenón Noriega iba con frecuencia con un brujo que le leía el futuro. Y él fue quien lo convenció de dar el golpe de estado. También me reuní con otras personas como por ejemplo Alfonso Grados Bertorini, que también vivió muy de cerca esa época y que me pintó muy bien el paisaje político que originó el golpe de estado de Odría y lo que se vivió en esos años.


Imagino que a veces suele ser difícil lidiar con la sobreinformación. ¿Cómo resolviste eso?
Hay un momento en que tienes que parar. Hay un momento en que ya no importa que algún detalle se te escape. Lo que tienes que hacer es terminar el libro, darle forma. Permitirle que tenga vida propia. Porque si me hubiese adentrado más en la investigación –con fuentes bibliográficas inagotables de la unificación italiana y el gobierno de Odría– hubiese terminado por escribir un libro histórico y no una ficción que era lo que quería. Ese es un momento difícil, el momento en que decides desembarazarte del libro, permitirle al libro que se defienda solo. Pero sí, es cierto, yo creo así como es importante investigar, es importante también saber investigar y saber hasta dónde investigar. Porque la sobreabundancia de información suele ser tan peligrosa como la falta de información.
Hablemos del proceso de escritura. ¿Cómo definiste la estructura?
Tenía una estructura distinta al comienzo. Eran sólo cinco capítulos. El 1, 3 y 5 transcurrían en los años 50 y el 2 y el 4 transcurrían en 1860. Era una estructura muy parecida a la de El Padrino. Pero alteré esa estructura después porque hay algo fundamental a la hora de escribir una ficción que es el contraste. El contraste potencia cada uno de los acontecimientos. Al mismo tiempo, los momentos sorpresivos de la novela son más sorpresivos cuando dan pase a una pausa o cuando se cambia la historia y abres, digamos, un paréntesis para contar otras cosas. Vas generando ansiedad y curiosidad en el lector. Al lector le provoca avanzar para llegar a resolver esas preguntas. Hay que sembrar preguntas a lo largo de la novela que se van respondiendo poco a poco. Entonces, alteré la estructura. Fue un trabajo de edición muy complejo. Felizmente ahora existen programas muy modernos para escritores que te permiten ese trabajo para hacerlo bien, para hacerlo con cuidado. Y esa fue la parte final de la composición de la novela.
¿Es Mario Vargas Llosa un modelo para ti? Lo digo como autor que investiga antes de escribir, incluso visitando los lugares donde se desarrollará sus ficciones.
Sí, es un modelo en muchos niveles. Un modelo de técnica literaria, de estructura, de persistencia como escritor. También es un modelo como investigador de sus ficciones. Ahora, pienso que una novela de este tipo no la hubiera podido acometer de otra forma, si no hubiera investigado sería una novela llena de vacíos. No es el único escritor que lo hace, hay muchos que hacen trabajos de investigación de esta naturaleza. Pero es cierto que para mí ha sido muy importante su ejemplo, su ejemplo como escritor comprometido con la literatura. Como persona, además, que revisita nuestra historia y descubre elementos de nuestra historia y se apropia de elementos de de nuestra historia que a nosotros nos parecen insignificantes para transformarlos en grandes hechos literarios. Se apropia de escenarios limeños y los transforma en escenarios de grandes ficciones. Eso es muy importante porque eso contrasta con el menosprecio con el que solemos mirar a nuestro país, a Lima. Pero para responder tu pregunta más concretamente: sí, es un gran modelo para mí, y además ha sido una persona que se ha comportado con una gran generosidad conmigo. Leyó mi novela, me la comentó en una carta maravillosa, donde me hacía sugerencias y alababa algunas cosas que le habían gustado.
Me parece que esta novela marca un punto de quiebre en tu obra. Ya de por sí es mucho más ambiciosa y compleja que las anteriores…
Es cierto que es punto de quiebre porque es una novela ambiciosa, es una novela larga. Es una novela que tiene una apuesta técnica de escritura como tú me has dicho mucho más amplia que los anteriores. Creo que eso sí es algo más general para el resto de la literatura que produciré en adelante, no tanto la temática, el que sean hechos históricos, sino la forma, la ambición con la que se afronta una novela. Creo que he madurado mucho y eso me ha ayudado también a componer este libro. He aprendido mucho con mis libros anteriores. Quería ya escribir una novela larga, ambiciosa, que me hiciera sentir escritor. Y me hiciera llamarme escritor sin sonrojarme.
Y en ese sentido tu viaje a España tiene relación con esa búsqueda.
Sí, claro, porque irme a España es expatriarme, romper mis lazos más importantes con las amistades que tengo aquí, con mi familia, con mi trabajo como periodista de TV, aunque tengo un programa de entrevistas. Pero esto me permite conocer una cultura distinta, vivir fuera, en un ambiente cultural mucho más activo. Y al mismo tiempo, trabajar mucho en mis novelas. Ahora estoy trabajando muchísimo, y lo disfruto muchísimo también. Siento que un día de oficina en la biblioteca de 7 a 8 horas de trabajo es un día bien empleado, un día en el que no he desperdiciado ningún minuto. Y siento que así es como quisiera llevar el resto de mi vida. Siempre lo quise hacer. No lo pude hacer cuando tuve 20 años, pero lo puedo hacer ahora y lo estoy disfrutando al máximo.

Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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