Entrevista a Iván Thays
Quienes leímos y disfrutamos de La disciplina de la vanidad de Iván Thays recordamos gratamente aquella novela que, a manera de cuentos, se hallaba dentro. Hoy, aquella historia, erigida en torno al fracaso literario, recobra su autonomía al publicarse, de manera independiente, bajo el título de Un sueño fugaz (Anagrama, 2011). Inmejorable pretexto para charlar con su autor.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
¿Cómo así decides que aquella novela que estaba, a manera de relatos, dentro de La disciplina de la vanidad, debía tener un camino propio?
En realidad siempre tuvo un camino propio. Esos cuentos no fueron escritos para la novela, sino que era un libro que yo estaba redactando paralelamente a La disciplina... y luego, al ver las coincidencias temáticas, el juego de espejos entre el joven escritor que quiere ser famoso en la novela y el escritor que narra los cuentos que ha fracasado, intenté unir ambos proyectos.
La disciplina de la vanidad resulta, según mi lectura, una especie de bisagra entre dos etapas dentro de tu obra. Los relatos que ahora conforman Un sueño fugaz marcan, me parece, el inicio de una segunda etapa que se nutre de algunos elementos de tu propia biografía.
Estos cuentos han sido escritos en épocas muy distintas. Aunque alguien puede ver en "Encuentro con Tomás" una relación directa con Un lugar llamado Oreja de perro, por el tema del divorcio y la muerte de un niño, en realidad el cuento de Tomás fue escrito cuando tenía 27 años, aún no tenía hijos ni divorcio, y solo era una proyección. No lo llamaría autobiográfico, mientras que en Un lugar llamado Oreja de perro sí hay cierta alusión autobiográfica, aunque muy transfigurada en la ficción porque yo no he perdido un hijo ni he estado en Ayacucho, por ejemplo. Para mí, la bisagra entre mi obra anterior y mi nueva manera de enfrentar mi escritura es un cuento no recogido sino en antologías, llamado "Lindbergh".
¿Qué tan importante fue para ti, como autor, el grupo Centeno? Grupo del que se menciona también en la novela de Ricardo Sumalavia Que la tierra te sea leve.
Muy importante. Eran años de aprendizaje, escribía un cuento a la semana, me entrené en el arte de escribir en ese taller. Además, conseguí algunos amigos inolvidables, como Esteban o Sumalavia. Y conocí a personajes estrafalarios también. Nunca me he reído tanto como en las reuniones de El Centeno. Pero lo más importante para mí es que, durante los años que duró el Centeno, reafirmé mi vocación literaria. Para ello fue vital estar rodeados de personas, casi todas adolescentes como lo era entonces, que amaban y tenían la misma fe que yo en la literatura.
Uno de los temas principales de la novela es el fracaso. El protagonista fracasa en la literatura (a pesar de haber experimentado una fama fugaz en su juventud es luego olvidado) y su propia vida (pierde a su hijo, se separa de su esposa y emprende una vejez solitaria).
Sí, el fracaso. Pero el fracaso como la cara de una misma moneda, donde también se implica el éxito. La cita de Kipling me parece acertada: "El éxito y el fracaso son un par de impostores". Fracasar o triunfar siempre es un engaño, un sueño fugaz. Además, hay fracasos llenos de gloria y hay triunfos pírricos también. Lo importante es que descubramos que, en nuestra vida, la fugacidad es el único compañero de viaje. Lo único permanente es el cambio. No podemos, por tanto, confiar en la seguridad del éxito ni del fracaso. Todo cambia siempre. Todo es fugaz.
En Un sueño fugaz aparece el tema de la pérdida de un hijo, que luego aparecería también en Un lugar llamado Oreja de perro.
Aunque parezca que hay una conexión, en realidad la muerte del hijo en Un sueño fugaz es muy distinta a la de Un lugar llamado Oreja de perro. En Un sueño... la muerte del hijo lo que hace es meter al hombre en un ostracismo, en la soledad acorazada de su propia vida, hasta convertirse en un autista que desconfía de sí mismo. En Un lugar llamado... la muerte del hijo es un disparador que obliga al hombre a salir del mutismo en que ha vivido toda su vida, y enfrentarse al dolor y la pérdida, y llegar a una conclusión para seguir viviendo, reconciliarse consigo mismo o simplemente, aprender algo a partir del duelo.
¿El epílogo de la novela es un guiño a Roth (“Visita al maestro”)?
En Un sueño fugaz hay muchos guiños a muchas obras literarias. Es una novela que tiene una enorme cantidad de referencias a otras obras, y homenajes concretos a personajes o libros. Es una conversación con la tradición literaria. Ahora bien, el epílogo más que un guiño a Roth (que sí lo hay) se refiere a otros textos concretos: la visita de un periodista a Margarite Yourcenar que leí en una revista, una entrevista con Clarice Lispector que leí en un libro de entrevistas de María Esther Gillio y una novela breve, desconocida, de Aldous Huxley llamado El genio y la diosa.