Entrevista a Alejandro Neyra
|Alejandro Neyra y su novela CIA Perú 1985
UN ESPÍA EN EL PERÚ
El humor es una constante en la narrativa de Alejandro Neyra. Basta revisar sus libros de cuentos Peruanos ilustres (2005) y Peruanas ilustres (2009) para darse cuento de ello. Sucede lo mismo con CIA Perú 1985 (Estruendomudo, 2012), con el que obtuvo el Premio Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro. Aquí el protagonista es un espía llamado Malko Linge que llega al Perú en 1985 con la misión de impedir el triunfo de Izquierda unida en las elecciones, proteger al Papa Juan Pablo II y dar con el cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Neyra, además, acaba de obtener el Copé de plata con uno de sus cuentos.
Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR
–¿Cuál fue el disparador para escribir CIA Perú 1985?
El disparador inicial, digamos, es haber leído una novela de espías de Gerard de Villiers con la que empieza el libro. En la bitácora de El hablador escribo sobre personajes peruanos o novelas que pasan en el Perú. Entonces, en una de esas entradas alguien, que creo es Carlos Herrera, me comentó que había un libro de Gerard de Villiers que debía revisar: se trata de una novela de espías que pasa en el Perú de Abimael Guzmán. Compré el libro por Amazon y lo leí de un tirón. Y yo que hago parodias para burlarme de las cosas, empecé a escribir un cuento sobre un espía que llega. Estaba escribiendo el cuento y de casualidad encontré la convocatoria del concurso de novela breve de la Cámara Peruana del Libro. Yo estaba escribiendo ya cuentos largos de 30 o 40 páginas. Entonces, me dije: si empiezo a escribir así, fácil que llego a cien páginas. Y así fue.
–¿Cómo planteaste la estructura de la novela?
La novela sigue los seis pasos de la teoría sociológica. Y en realidad eso fue un salvavidas para mí porque no se me ocurría nada. Llegué a la página 40 y podía terminar allí de lo absurdo que era. ¿Cómo estructuro la novela? Con los seis pasos. Y salió la novela. Llegué a las 90 páginas que era el mínimo y agregué diez más para el remate.
–La novela no es sólo una parodia, también retrata una época. ¿Cómo fue el proceso de reconstrucción de aquel año 1985?
En el año 1985 tenía once años. En mi infancia fue in niño bastante agrandado. Mis hermanas eran mayores y mis padres son bastante mayores también. Mi pasatiempo era leer y vivía en un mundo de grandes. Y recuerdo que a los siete años hablaba de política con mi papá. Y recuerdo de todos los detalles de los 80. Y para detalles más precisos, la propia novela de Villiers me ayudó a recordar muchas cosas. Y empecé a leer más cosas de esa época y a ver videos. Del 85 me acordaba de las eliminatorias de fútbol, me acordaba de la visita del Papa y de todo el proceso de las elecciones. Empecé a leer la cronología de la CVR. Y sobre la base de eso escribí la novela. La escribí bien rápido. Tenía 15 días libres en la universidad entre ciclo y ciclo. Y básicamente esos 15 días me dediqué a escribir todo el tiempo.
–Uno repasa tus libros anteriores y se advierte la constante presencia del humor. ¿De dónde viene?
No sé de dónde. Tengo una versión: mi trabajo como diplomático es lo más serio, formal, cauto que existe. Trabajo bastante y todo lo que escribo debe ser muy mesurado. Escribo desde siempre, desde niño. Y escribía cuentos serios, normales. Pero llegado el año 2000, sobre todo después de San Marcos, cuando entro a la academia diplomática empecé a reforzar esta dicotomía total de diplomático y escritor. Y allí encontré que la literatura me servía para divertirme. Y empecé a hacer mucha parodia. Trato de llevar la exageración al límite del humor. En mi trabajo, en un discurso no puedo poner una broma, por ejemplo. Pero en el cuento es todo lo contrario. Entonces, me burlo de mí mismo, porque burlarme de los diplomáticos es burlarme de mí mismo, finalmente. Algo fundamental para ser feliz en la vida.
–La novela ganó el premio de la Cámara Peruana del Libro. Y hace poco se anunció que un cuento tuyo obtuvo el Copé de plata. ¿Qué significa para ti, como autor, estas distinciones?
Para mí el premio es un refuerzo psicológico, porque soy muy autocrítico y creo que todos los que escribimos lo somos. Ganar un premio me hace pensar, por un lado, que lo que escribo no es tan malo, como pienso o como piensan mis amigos, que son grandes críticos de mi onda, digamos. Pero al mismo tiempo es interesante, pues muchos pueden pensar que se premia mucho a novelas de la época de la violencia. Pero, en todo caso, si algo descubro original es que creo que nadie ha escrito una novela que tenga humor sobre los años de la violencia. Y tampoco hay novelas de espías. Y es interesante porque me he respetado a mí mismo, he seguido mi propia forma de construcción de cuentos y ahora con esta novela corta. Y el cuento que ha ganado el Copé de plata es muy similar a mis cuentos primeros, aunque más largo. Pero es el mismo estilo.
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Alejandro Neyra lee un fragmento de su novela CIA Perú 1985. Una novela de espías.
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CIA Perú 1985 se puede encontrar en las principales librerías Crisol, Ibero, Sur, El Virrey, La Familia.