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“Punto de fuga fue una preparación para Contarlo todo”

Jeremías Gamboa reflexiona sobre su reeditado primer libro de cuentos

Publicado: 2014-06-16

Hace siete años, Jeremías Gamboa irrumpió en la escena literaria en el Perú con Punto de fuga (Alfaguara), un estupendo libro de cuentos. Unos años después apareció Contarlo todo, su primera y esperadísima novela. El libro, que ha sido publicado en España y en varios países de América Latina, ha generado apasionadas e inusitadas lecturas: muchos la elogian pero otros tantos la critican. Ahora, Punto de fuga ha sido reeditado y tendrá una circulación internacional. A propósito de esta reedición, Jeremías y yo nos encontramos en la flamante librería Ibero de Larcomar, para una interesante charla sobre su trabajo literario. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Foto: CMS


¿Qué significa para ti, como autor, esta segunda edición de tu primer libro Punto de fuga?
Es una enorme satisfacción porque es la primera experiencia que tengo en la que hay una evidencia tangible de que los libros tienen muchas vidas y siguen un camino. La publicación de Contarlo todo me ha puesto en relación con lectores que habían leído el libro de cuentos. Y era algo que no sabía. Si no hubiera publicado el segundo libro no me hubiese enterado del viaje que el primer libro había hecho. El libro había circulado mucho. Y ese libro se convirtió en un precedente. Cuando apareció Contarlo todo quedó constancia de que era un autor ya publicado, no era un primer libro. Acá hay una persona que estaba escribiendo de antes.
Y aparece nuevamente bajo el sello Alfaguara…
Sí, que lo publique Alfaguara, quienes lo publicaron la primera vez, me parece increíble. Es un libro de cuentos y los libros de cuentos no necesariamente se publican. A veces esos libros deben seguir un camino más independiente. Entonces, que Alfaguara haya decidido hacerlo me parece súper bacán. Para fuera del Perú es un segundo libro. Incluso se lee como un segundo libro, como un complemento de Contarlo todo. Pero para el país, es como recolocar un libro que había sido leído por un grupo de lectores, pero que no era un grupo tan masivo.
Imagino que para la reedición volviste a revisar los cuentos…

Mira, no soy tanto de tocar algo ya publicado. Posiblemente lo haga con Contarlo todo. Pero no con Punto de fuga. Revisé algunas cosas, confié en los editores españoles que revisaron el libro. Hicimos algunos cambios, muy pequeños, de corrección. Y el libro sale como sale. Me he dado cuenta que este libro es un libro con mucho más control que Contarlo todo. Y quizás lo que me gustaría es que hubiera tenido más libertad. Como también Contarlo todo ha sido mi experiencia máxima de la libertad. Pero un escritor hace eso, precisamente, explora nuevas zonas, descubre en ellas su potencia. Y creo que ahora me gustaría encontrar el punto medio.


Te lo preguntaba también por el hecho de reencontrarte con esos cuentos escritos hace ya bastante tiempo. Con un segundo libro publicado, cómo ha sido, a la distancia, volver a esos textos y, de alguna manera, al autor, al Jeremías de ese entonces…
Mira, es muy interesante. Como tengo dos libros empiezo ya a sentir los cambios que la obra empieza a tener cuando deja de ser un solo libro. Todavía soy un autor de solo dos libros. Pero empiezo a ver las transformaciones o las relaciones que un libro tiene con los otros. Encuentro en el libro a un chico que está haciendo su trabajo en ese momento con todo lo que tiene. Luego de un tiempo de escribir Contarlo todo sentí que Punto de fuga era un libro muy controlado, demasiado. Lo que me pedían en Contarlo todo. Ahora que con el tiempo leo mi propio trabajo, Carlos, pienso que incluso el descontrol de Contarlo todo es parte del salto a la novela. Es como que la necesidad de habitar un nuevo lugar te pone en un estado muy exaltado. Ahora, mira que interesante lo que me planteas: siento que el libro, Punto de fuga, es una preparación para Contarlo todo. Y a la vez siento que es el libro que me indica también hacia dónde debo ir. Es decir, creo que el camino está, precisamente, entre esas dos exploraciones.
Cuando leí Contarlo todo, una parte me hizo pensar en tu primero libro. Cuando el personaje Montero dice, sobre su proceso creativo, que su primer libro era el que “podía” escribir en ese momento; el segundo, el que “tenía” que escribir; y el tercero, será el que “quiere” escribir. Y pienso que lo mismo de tus dos libros: Punto de fuga es el libro que “podías” escribir y Contarlo todo, el que “necesitabas” escribir, que tenías que escribir sí o sí…
Nadie me había hecho esa observación y es absolutamente pertinente. Muy inteligente. De hecho cuando estaba escribiendo Contarlo todo, sabía ya lo que ocurría con el libro, pero uno deja por momentos de estar en el libro, sobre todo cuando un libro es extenso. A veces, con los libros largos, el escritor se siente muy dentro del libro, como en una casa, trabajas en esa casa. Pero creo que el conocimiento de un libro, cuando es genuino, te obliga a estar en algún momento fuera de esa casa, a pesar de que la estás escribiendo. Y coloqué sobre el final ese diálogo entre Santiago Montero y Gabriel Lisboa, para hablar de mi propio libro. Montero está hablando de su segundo libro, pero como todo en ficción, estoy aprovechando a Santiago Montero para hablar del libro que tú lees, que es Contarlo todo. Y yo suscribiría eso. Lo puse allí porque es lo que creía en ese momento: Contarlo todo es el libro que debo escribir, Punto de fuga es el que pude escribir y el tercero, espero, el que quiero. Contarlo todo es un libro que se me impuso, un caudal que siento no lo voy a tener más. Y mi trabajo en ese libro fue tratar de sostener ese caudal y ponerle unas represas. Creo que esa es la virtud del libro. Y creo que también es el problema del libro para muchos lectores, que tienen todo el derecho de decirlo.
Punto de fuga es un libro, al contrario, más diseñado. Y, claro, uno lee el libro y observa un conjunto afiatado y cohesionado. Al terminar de leerlo uno piensa en esos personajes que de alguna manera están en lugares en donde se sienten que no encajan. Y esa necesidad de huir, de escapar.
Cuando vuelvo a leer Punto de fuga me parece el libro de un chico que, como narrador, como escritor, ya encontró su lugar por primera vez. Y lo que puede nombrar es el proceso de no encontrarse. Punto de fuga es un libro donde los personajes están a mitad de los veinte, casi no tienen capacidad de hallar un lugar. Es un libro en donde empiezo a nombrar lo que no se cristaliza; sin embargo, los cuentos eran ya una cristalización. No me di cuenta, la relación que tenían todos los cuentos. Hasta que los escribí. Y es interesante. Algunos cuentos quedaron fuera: los que eran muy malos y no funcionaron. Y un par que empecé a escribirlos, pero que me di cuenta que eran en realidad novelas. Y los coloqué a un lado. Porque a veces de los cuentos surgen posibilidades de novela cuando te das cuenta que la premisa narrativa alberga mucha más problemática. Pero en el proceso de escribir los cuentos de Punto de fuga me di cuenta que tenían puntos en común: que los personajes no se encontraban o que no había contacto físico entre ellos. Es un libro de la represión. Un amigo me dijo: nadie toca a nadie. Solo hay un momento en que un padre toca el hombro de su hijo.
Y que apuntalan en el tipo de literatura que te interesa…
La ficción que me interesa, que sigo, es la de una proyección del escritor. Acabo de terminar de leer Los hermanos Karamazov. Dimitri que es salvaje, un jugador derrochador es Dostoievski. Iván, el racional, que tiene ideas complejas sobre Dios, es Dostoievski… Allí tú encuentras la posibilidad de un personaje que se desdobla en muchos. Y yo siento que Jonás Pineda, el personaje de Punto de fuga, es mi Yo, es una proyección no resuelta en el sentido que no se encuentra, no enuncia. Jonás Pineda nunca toma la palabra. Está narrado desde el tú mental o desde el omnisciente o desde Diego, en otro cuento. Y creo que Gabriel es mi extensión con esa capacidad, la capacidad de referir su dolor, de hablarlo. Aparece en el cuento “María José” y se prolonga en Contarlo todo. Eso generó una coherencia extraña. Es interesante cómo se va organizando la ficción.
Contarlo todo ha recibido, además de apasionados elogios, destempladas diatribas…
Ha habido de todo. Y ha habido cosas que la propia novela dice de sí misma. Ya lo he dicho antes. Es un libro que a cierta gente le ha costado verlo con claridad, también por las condiciones con las que vino. He tratado siempre entender las lecturas de los demás. Es un libro que vino rodeado con una parafernalia que no tuvo Punto de fuga, que tuvo mucho consenso. Y hubo reacciones no solo frente al libro, Contarlo todo, sino a cosas que rodearon al libro. Entonces, hubo textos sobre la campaña de marketing, sobre si es pertinente o no las vallas, si es el boom o no. Eso interfirió en la lectura del libro. Creo que van a aparecer nuevas lecturas sin esas interferencias. Qué te puedo decir. Noté que hay una lectura muy ideológica de la literatura en el Perú. Y no muy flexible. Porque hay una literatura ideológica, y está muy bien que la haya. Pero hay otra que no. Y creo que por ese lado hubo un desfase entre lo que la literatura peruana hace en general y lo que la novela proponía.

Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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