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“Siempre quise escribir literatura de terror”

Mariana Enriquez presenta Los peligros de fumar en la cama

Publicado: 2015-04-17

Mariana Enriquez se encuentra en Lima para participar del II Festival de la Palabra –organizado por el Centro Cultural de la PUCP– y, además, presentar la edición peruana de su libro de relatos Los peligros de fumar en la cama (Santuario editorial, 2015). Así, en la cafería del referido centro cultural se desarrollo la siguiente charla. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: CMS


¿Cómo surge este libro de relatos?
Mira, pasaron dos cosas. Primero, como escritora siempre quise escribir géneros, siempre quise escribir terror. O ir por el vecindario, digamos. Hasta entonces había escrito novelas. Y me costaba bastante sostener una novela de terror, un texto tan largo. Entonces empecé a practicar el género que más me gustaba en una forma breve. Y se fueron juntando los relatos así. Y lo segundo es que en mis dos novelas anteriores los protagonistas son varones. Y eso era porque a mí no me gustaba escribir personajes mujeres porque sentía que se parecían mucho a mí, a como hablaba yo. Y quería un personaje con voz propia que no fuera Mariana. Y también hacerlo en un cuento fue una manera de controlar el que los personajes femeninos no fueran yo. Fue casi un ejercicio de restricción, digamos. Y además, la forma clásica del terror es el cuento. Fue una manera de empezar a escribir el género.
¿Cuándo surge en ti esta afición por el terror, por lo sobrenatural? ¿En la infancia?
En la infancia y en la adolescencia. Por un lado, por un gusto personal, y por otro, por un gusto literario. Cuando empecé a leer, empecé con narrativa fantástica. Y también la narrativa argentina fantástica: Cortázar, Borges, Ocampo. También Bioy Casares. También Onetti un poco. Quizás no tan fantástico, pero sí por ese clima opresivo.
Pizarnik de alguna manera también, ¿no?, tiene una onda medio de terror…

Claro. Alejandra Pizarnik para mí es una poeta que escribe algunas cosas de terror, por ejemplo. Y también como la veta más romántica. Leía a las hermanas Bronte y toda esa narrativa inglesa, filo juvenil ue te dan a leer a esa edad: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Otra vuelta de tuerca. Entonces, tuvo que ver con mi formación de lecturas. Rápidamente empecé a inclinarme por allí y a decir, bueno, es el género en el que a mí me interesa trabajar. Y que tiene una gran tradición en la literatura ríoplatense, pero que hace 40 años que no se continúa. Hay un corte importante. Se empezó a privilegiar a una narrativa más realista.


¿A qué crees que se debe eso?
Calculo a que se debe a la formación de los intelectuales y los escritores. En los 60 y 70, de alta politización, que se empezó a entender al fantástico y al género -exceptuando la novela negra, policial- como un búsqueda del arte por el arte. Era totalmente despolitizada, una literatura lejana de lo social, encerrada en sí misma. Y, además, el hecho de que la mayoría eran escritores de una determinada clase social. Salvo Julio Cortázar, que es el púnico que se desmarca de eso y es el puente, quizás, el que entiende que con el género también se puede hacer eso. Su último libro escrito ya en la dictadura y hay un relato “Escuela de noche”, y es una situación que tiene que ver con una fiesta macabra, grotesca, y que de alguna manera prefigura lo que viene a ser la dictadura. Creo que en ese libro se da cuenta que el género no es un género que no hable necesariamente de lo social, digamos. Pero durante mucho tiempo fue un género marcado por ese prejuicio.
Tienes predilección por visitar cementerios. ¿Fuiste a cementerios en Lima?
Sí, fui al Presbítero. Y escribí una crónica que incluí en un libro de crónicas de viajes a cementerios. Me gustan, no sé. Me parecen lugares lindos. Tengo un gusto por una estética como decadente y los cementerios, sobre todo los municipales (no los cementerios parque), que tienen esas bóvedas de las grandes familias y luego el arte más popular de la gente que tiene una relación con sus familiares. Son lugares de una gran vitalidad y al mismo tiempo de una gran decadencia. Un choque estético que me interesa mucho.
¿Qué significa para ti que tu libro se publique en Lima a través de Santuario editorial?
Me gusta mucho. Hay una cuestión en cuanto a la literatura latinoamericana que me molesta: que los sellos editoriales grandes no sean capaces de distribuir a un escritor por todo el mundo. Antes había mayor intercambio. Ahora, Diego Zúñiga no tiene ninguna novela publicada en Buenos Aires. Y yo el libro que tengo publicado en Chile, lo tengo publicado por el sello de Diego, a quien conocí en encuentros literarios como este. Hay una desconexión de los nuevos narradores latinoamericanos que es un poco absurda, porque en cuanto a dinero, al señor que importa libros es meter cinco libros más. No cuesta mucho hacerte visible entre los ciento y pico de libros que mandan. Y este encierro de la literatura hace que estos sellos como Santuario o Montacerdos (Chile) hagan lo que las editoriales grandes no están haciendo, que los escritores y los lectores latinoamericanos puedan leerse entre ellos. Mi libro es del 2010 y Diego (Trelles) me lo propuso en su momento y le dije que sí, inmediatamente. Ya había venido a Lima, pues había publicado anteriormente un libro, una antología, con Estruendomudo. Y era una antología que había salido en Argentina.

Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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