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“La poesía es una forma de sacudirnos y reafirmarnos”

El poeta Fernando González-Olaechea reflexiona sobre su libro Postales

Publicado: 2015-05-13

Fernando González-Olaechea ha publicado su ópera prima Postales (Paracaídas, 2014), un libro de poesía que se origina, como él dice, gracias a los viajes que emprendió y a las anotaciones que iba realizando. A propósito de la publicación de este trabajo –cuya bien cuidada edición incluye una sección de postales– charlamos con el poeta. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: Cortesía


Siempre me llama la atención cómo surgen los libros. En este caso, cómo se origina Postales. ¿Partiste de una idea inicial o los poemas fueron saliendo y luego advertiste el hilo conductor que los unía?
Primero fue la idea del libro como un todo que contenga a los poemas, pero esta idea surgió luego de los viajes y de algunos apuntes que hice en esos viajes. Esas impresiones que fui escribiendo a veces durante un viaje, durante la residencia en un lugar o a veces luego de ambas cosas, se convirtieron en los primeros poemas. Conforme fui cerrando la idea del libro, fui escribiendo los textos. De alguna forma tanto la forma como el fondo se motivaron entre ellas.
El viaje es el leit motiv del libro. Pero me parece que es a partir de un yo poético observador…
Más que el viaje, creo que nuestra cualidad de transeúntes es el motivo. Estamos en tránsito aunque no lo sepamos, creo que ese elemento es constitutivo de quienes somos. Este movimiento puede ser externo, a través del éxodo o la exploración, pero también interno, sumamente íntimo, sin salir de donde estés. Siendo así las cosas, como transeúntes, observamos. Al menos eso intenté subrayar en el libro: podemos contemplar. Y esa contemplación de lo que sucede afuera no puede desligarse de aquello que sucede adentro. Ahora estamos contemplando las cosas de manera distinta a como lo veníamos haciendo por muchísimo tiempo. La observación está apoyándose en la virtualidad para validarse y busca su final, que se consume pronto. Creo que eso golpea mucho nuestra capacidad de ensimismamiento y el poema es una forma de sacudirme –de sacudirnos– y reafirmarme –reafirmarnos.
Ejerces el periodismo. En qué medida el periodismo influye en tu mirada.

Influye en la medida en que busco describir. El periodista relata, eso tiene en común con el poeta. Y para relatar hay que saber oír, pero también observar. Poder describir lugares, sensaciones, que sirvan para sugerir aquello innombrable. En eso la poesía permite ir más allá, está mucho más allá del periodismo que rara vez se permite la franqueza de no nombrar todo. 

A diferencia del turista, ¿el viajero asimila aspectos de las ciudades que visita? Digamos, ¿los lugares de alguna manera nos pertenecen?
Si hablamos del viajero que parte de un lugar, va, hace y regresa, es posible que sí. Pero yo partí de la idea de que uno es viajero y no necesariamente regresa a su punto de partida. Yo lo hice, pero fue un azar y no puedo saber si será definitivo. Muchos de los lugares que sirven de escenario para el poemario son lugares en los que no estuve de paso, sino en los que viví. Y es en esa dimensión –en la dimensión sobre la que Julio Ramón Ribeyro ya escribió– es que esas ciudades dejan de ser un objeto de apreciación estética y se vuelven parte de uno. En el viaje se absorbe mucho, pero el viajero siempre retorna, no es un vagabundo. Cuando ese viaje a un lugar supone quedarse en ese lugar un tiempo indefinido, el aprecio sobre lo que se tiene alrededor toma un tono distinto.
¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Sueles corregir mucho o eres de los que la primera versión, salvo algunos cambios, suele quedar?
Suelo terminar el poema de un solo intento, corrigiendo sobre la marcha y volver a él luego de unos días. Luego espero ya más tiempo para revisarlo y darle otra corrección. Trato de que el poema quede depurado, pero sin interferir con aquellas primeras pulsiones que tuvo cuando lo escribí por primera vez. No descreo de otros métodos mucho más prolijos, pero no los uso.
¿Cómo se definió la edición del libro, la idea de las postales?
Una vez que terminé los 20 poemas que componen el libro, supe que esos eran. Ni uno más ni uno menos. Un día me reuní con Juan Pablo Mejía, el editor, gracias a una amiga en común, Carmen Escobar, a la que yo le di una versión del poemario. Él ya había leído por ella y conversamos sobre cómo podíamos armar el libro. Yo tenía en mente agregar algo visual, pero que no sean fotos. No sabía si imprimir los poemas en postales. Juan Pablo me sugirió que podíamos poner partes de los poemas y la idea me pareció buena. Así, además, el poema, que es como una postal, terminaba en una postal. La cosa era redonda. Paracaídas (la editorial) nunca lo había hecho y me gustó muchísimo poder trabajar con Juan Pablo y con Carlos Yañez (el ilustrador de las postales) para hacer un libro como este. Luego, cuando discutimos la portada, salió la idea de hacer sellos postales y así sellar de manera distinta cada portada. No hubo ninguna epifanía, las cosas fueron cayéndose de maduras.

Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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