Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR 

Luego de publicar Paren el mundo que acá me bajo, libro de relatos que puede leerse como un muestrario de estilos y registros variados, Fernando Ampuero perfilaría luego una voz particular, cincelada a través de un lenguaje directo, sin mayor ornamento. Apuesta igual de compleja como cualquiera: la búsqueda, a través de la aparente simpleza, de una contundencia verbal en favor de la historia. Apuesta que el mismo Ampuero ha defendido en alguna de las varias charlas que hemos sostenido en el tiempo.

     Termino de leer Sucedió entre dos párpados (Editorial Planeta, 2015) y lo primero que llama mi atención es el cambio de registro, respecto a sus novelas anteriores. Aquí, Ampuero recurre a un lenguaje por momentos lírico, plagado de imágenes. No es gratuito, pienso, en la elección del título de la novela –sucedió entre dos párpados–, un verso de nuestro poeta mayor César Vallejo.

     La novela gira en torno al terremoto acaecido en Ancash en 1970. Un escritor maduro, varias décadas después, descubre unos apuntes realizados cuando era joven y había acudido, con otros jóvenes como él, a los lugares de la tragedia como voluntario para brindar ayuda humanitaria. De esta manera, un narrador omnisciente nos transporta hacia aquella época, a partir de los recuerdos del protagonista, en ese entonces, un joven con aspiraciones de escritor llamado Gustavo.

     La novela empieza, justamente, con la escena del terremoto. Y es, a mi juicio, la mejor parte de la novela, la más lograda. La fuerza de las imágenes y el tono poético, como he señalado antes, aquí alcanzan su punto más alto. La narración del sismo y el posterior alud que sepultó pueblos enteros, cubriendo el valle: “… luego, en el aturdido trance que sobreviniera y les permitiera a muchos ver la polvareda de la desolación, llegó aquel penetrante olor a barro como un anuncia del ángel exterminador” (p.12).

     El joven protagonista, limeño, va descubriendo en este periplo humanitario algo de la realidad peruana, a través de una serie de personajes que va encontrando en el camino. Sin embargo, una de las características de la novela que llamaron mi atención es la relación que uno puede establecer entre dos personajes. Gustavo y el niño sobreviviente Leonardo. Para ambos la escritura se convierte en algo vital, trascendente de alguna manera en sus vidas. Gustavo sueña con ser escritor –finalmente lo consigue– y constantemente toma apuntes de lo que ve en unos cuadernos. Algo similar pasa con Leonardo, el niño que ha perdido la voz por el trauma y la escritura se convierte, por un lado, en la única forma de comunicarse con los demás y, por otro, en procesar lo que ha vivido y presenciado.

     Sucedió entre dos párpados es una novela breve que cae muy bien dentro del corpus narrativo de su autor, refrescándolo y abriendo nuevas posibilidades expresivas.