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Harwicz: “Todo es lenguaje”

Escritora argentina Ariana Harwicz viene a Lima a participar de la FIL y presentar su novela La débil mental

Publicado: 2016-07-11

Ariana Harwicz es argentina pero reside en Francia. Hace poco presentó en Madrid su segunda novela, La débil mental, y en unos días más cruzará el océano y aterrizará en Lima, para participar en la Feria Internacional del Libro (FIL Lima 2016) y presentar también La débil mental bajo el sello nacional Animal de invierno. A propósito de esta novela, que retrata la relación compleja, de amor-odio entre una madre y su hija, conversé con ella a manera de preámbulo a su esperada visita.  

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: INTERNET


Siempre me da curiosidad el origen de las novelas. ¿La débil mental surge de alguna idea o imagen que fue el disparador?
El origen solo puede entenderse o leerse por los efectos. Barthes: no hay origen sino mito de origen. En esa línea, y sobre todo a partir del título que es la gran marca y apuesta de sentido de un texto, La débil mental parte de esa atrofia, de ese retraso y a la vez de esa imagen fuerte, indeseable, pero tan gozosa, de una madre y una hija inseparables, indisociadas; un fabuloso y desequilibrado monstruo siamés; las dos perdidas, las dos estúpidas, las dos desesperadas por alcanzar o descifrar un deseo insoportable, incomprensible, inaccesible.
La novela gira en torno a estas dos mujeres –madre e hija, dos mujeres heridas– que construyen una relación complicada, de amor-odio.
Esas dos mujeres son personajes, por lo tanto representaciones; que también cifran ideas de lo “femenino”; o lo que se lee como tal. Justamente lo trastornado, lo subvertido es la relación: quién y por qué y cuándo es la madre o la hija y viceversa. Respecto de lo que señalás del odio y el amor; para mí son dos caras de una misma, de una sola intensidad.
Al leer la novela tengo la impresión de que más allá de la trama, tu mayor énfasis es en el lenguaje, en el trabajo estilístico. ¿Es así?
Se trama con la escritura, y la escritura es la sustancia casi natural del lenguaje. Es cierto que me interesa el fraseo, soy flaubertiana en ese sentido. Trabajo la frase. Corrijo, “yo busco una forma que no encuentra mi estilo”, decía aquel verso inolvidable de Darío. Hay algo de eso. Pero sí, todo es lenguaje, nada hay por fuera o más allá.
Hablando de lenguaje, una característica que se advierte es la conjunción del lenguaje coloquial con el poético.
Sí, el otro día en una presentación, en la presentación de La débil mental en Madrid, alguien señaló eso y hasta lo denominó “lirismo sucio”. Me encantó esa expresión. Hay un registro en estas novelas –también está en Precoz y en Matate, amor– que tiene que ver con eso; con una conjunción o una reunión de extremos. Brusca, incluso. Lo poético es una operación, una emancipación del lenguaje que al menos en mi caso tiene que ver con jugar y oponer registros, tonos. Para mí la poesía nunca puede ser fastuosa ni solemne.
En cuanto a la estructura, fragmentada y con constantes saltos temporales, cómo la definiste: antes o durante el proceso de escritura.

Los cortes y fragmentos están ligados a la experiencia de mi escritura. Escribo así. Supongo que también cierta intensidad sólo es conseguible en la brevedad, y posiblemente en la fragmentación. También es cierto que la dramaturgia siempre está en mí y necesito giros, cambios de cuadro. 


Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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