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2016: mis lecturas peruanas predilectas

Una selección entre los libros que leí

Publicado: 2016-12-31

Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR

A pocas horas para que culmine el 2016 y como suelo hacer todos los años –bueno, casi todos los años–, comparto una suerte de balance con mis lecturas más satisfactorias (de autores peruanos que publicaron este año). No pretendo ser un juez o comisario de la excelencia literaria, son apenas mis gustos personales. Han quedado fuera algunos libros que si bien disfruté leer no me gustaron tanto como los que menciono a continuación o algunos otros con los que, de plano, no pude conectar. Lamentablemente hay varios libros que aparecieron este año y que no he podido leer aún –algunos de ellos han quedado como lecturas pendientes para el próximo año–. Sin más perorata, aquí van.

POESÍA

En un año de interesantes e importantes publicaciones de poesía, Un mundo de abdicaciones (FCE, 2016) de Victoria Guerrero ha sido el libro que más he disfrutado. Dividido en dos partes –Un arte de la pobreza (poemas nuevos) y Un arte de la incomplacencia (antología poética que reúne poemas publicados entre 1993 y 2012)– el libro subraya no sólo la coherencia discursiva de su autora sino también la madurez de su voz poética.

Otro de mis poetas favoritos, Mario Montalbetti, publicó un estupendo poemario: Simio meditando ante una lata oxidada de aceite de oliva (Mangos de Hacha, México, 2016). Lo mismo ocurrió con mis apreciados Carlos López Degregori y Abelardo Sánchez León, quienes continuaron confirmando su excelente pulso poético con La espalda es frontera (Paracaídas, 2016) y El habitante del desierto (Paracaídas, 2016), respectivamente.

Y si hablamos de confirmaciones, Manuel Fernández hizo lo propio con su nuevo y rescatado libro Procesos autónomos (Estruendomudo, 2016). Otro libro importante ha sido el de Bruno Pólack: Fe (2016), un verdadero salto de madurez poética.

Este también ha sido un año de celebrados retornos. Luego de prolongados silencios, Renato Sandoval y Rosella Di Paolo nos presentaron dos estupendos libros Prooémium mortis (Copé, 2016) y La silla en el mar (Peisa, 2016).

Una revelación, al menos para mí, ha sido la lectura de Enemigo (Intermezzotropical, 2016) de José Carlos Agüero.

También quiero mencionar Puentes para atravesar la noche (Paracaídas, 2016) de Juan de la Fuente, Insomnio vocal (Alastor, 2016) de Ethel Barja, Pasos silenciosos entre flores de fuji (Paracaídas, 2016) de Diego Alonso Sánchez y Torschluss Panik (Perro de ambiente, 2016) de Rosa Granda.

CUENTO

El mejor libro de cuentos que leí ha sido, sin duda, El fuego de las multitudes (Emecé, 2016) de Alexis Iparraguirre. Los años de espera, luego de El inventario de las naves del 2005, han valido la pena. Con creces.

Celebro también el retorno de Antonio Gálvez Ronceros, quien nos sorprendió con un nuevo conjunto de relatos: La casa apartada (Alfaguara, 2016).

Quiero mencionar también La carne en el asador (Animal de invierno/Campo letrado, 2016) de Miguel Ruiz Effio y Ovnis en los Andes (Altazor, 2016) de Ernesto Carlín.

Mención aparte, el estupendo ingreso del poeta Alejandro Susti en el micro-relato con Aspavientos (Borrador, 2016), que además contiene ilustraciones del gran Mario Molina. Y dentro del género de la microficción, Ricardo Sumalavia publicó Enciclopedia plástica (Estruendomudo, 2016).

NOVELA

Una estupenda novela ha sido, sin duda, La fiesta del humo (Peisa, 2016) de Luis Hernán Castañeda. Psicoanálisis, memoria, identidad, en una novela compleja no sólo en su temática sino también en su estructura. Castañeda es, además, un prosista virtuoso.

Si hablamos de complejidades y apuestas arriesgadas, debo mencionar La flor artificial (Cocodrilo ediciones, 2016) del tándem conformado por Christiane Félip Vidal y Sophie Canal. Un libro difícil y al mismo tiempo de fascinante desconcierto.

Revelación del año: Perro de ojos negros (Alfaguara, 2016) de Maria José Caro. Una novela profunda, bien construida, que revela a una autora que, estoy seguro, dará mucho qué hablar en futuras entregas.

Otra grata sorpresa, al menos para mí, fue Estrella solitaria (FCE, 2016) de Jerónimo Pimentel. Además de su sólida propuesta poética, disfruté mucho su primera novela La ciudad más triste. Pero Estrella solitaria me sorprendió porque se sitúa en otro registro. Una novela que apela al humor desopilante pero que encierra también un drama social de nuestros tiempos.

Nuestro Nobel también publicó: Cinco esquinas (Alfaguara, 2016). Y si la menciono es porque si bien dista del nivel de sus mejores libros, está mucho mejor que la discreta El héroe discreto. Lo mismo me pasó con La noche de los alfileres (Alfaguara, 2016) de Santiago Roncagliolo, muy superior a la decepcionante Oscar y las mujeres (no, aún no leo la penúltima La pena máxima), cuya lectura fue una dura batalla contra el tedio.

La que sí me gustó (y disfruté) fue La viajera del viento (Planeta, 2016) con la que Alonso Cueto cerró su trilogía sobre la violencia. Y si hablamos de mejoras, sí, estuvo mejor que la apresurada La pasajera. Más compleja y mejor articulada, La viajera del tiempo tiene momentos estupendos, de tensión dramática y de auto-confrontación con una época de la que nadie salió indemne. Francisco Angeles reescribió su ópera prima ahora bajo el título de Plagio (PRH, 2016) y el resultado estuvo, de lejos, mucho mejor.

Lectura pendiente: Cuando los hijos duermen (Animal de invierno, 2016) de Juan Carlos Cortázar.

NO FICCIÓN, ENSAYOS Y DEMÁS

No ficción: Aquí destaco dos libros que disfruté y que quizás también podría haberlos mencionado en el rubro novela. Orgullosamente solos (PRH, 2016) de José Carlos Yrigoyen y Una canción de Bob Dylan en la agenda de mi madre (Estruendomudo, 2016) de Sergio Galarza.

Ya en el terreno del ensayo, quiero mencionar El más crudo invierno. Notas a un poema de Blanca Varela (FCE, 2016) de Mario Montalbetti y Errados y errantes. Modos de comunicación en la cultura peruana (La siniestra, 2016) de Guillermo Nugent.

Crónica: Cuba Stone (Tusquets, 2016), tres relatos personales sobre el concierto de los Rolling stones en La Habana del escritor peruano Jeremías Gamboa, el músico mexicano Joselo y el periodista argentino Javier Sinay.

LITERATURA INFANTIL

En primer lugar: ¿Dónde está Tomás? (Ekaré, 2016) de Micaela Chirif. Otro libro estupendo es Mitos y leyendas del Perú (Panamericana, 2016) de Carlos Garayar y Jéssica Rodríguez. Quiero mencionar también Un circo sin carpa (Montena, 2016) de Micaela Chirif y Carlos Yushimito, Cholito y el oro de la selva (Panamericana, 2016) de Oscar Colchado y La venganza de los dioses moches (Panamericana, 2016) de Luis Nieto Degregori.

OBRAS COMPLETAS, ANTOLOGÍAS Y RE-EDICIONES

Antes de mencionar lo que he disfrutado más re-leer (o leer por primera vez), debo mencionar dos publicaciones muy importantes: la Obra poética completa (Librería Sur/Academia Peruana de la Lengua) de César Moro y la Poesía reunida (Casa de cuervos/Librería Sur) de Blanca Varela. Espero adquirirlas muy pronto.

Siguiendo con la poesía, un gran acierto la publicación de Sagrado (Peisa, 2016), la poesía reunida de Roger Santiváñez publicada entre el 2004 y el 2016. Lo mismo sucede con la cuentística reunida de Fernando Ampuero en Cuentos (Planeta, 2016).

Entre los libros re-editados, el más importante y merecido ha sido, sin duda, La conciencia del límite último (Tusquets, 2016), la estupenda novela en clave policial del desaparecido Carlos Calderón Fajardo (sería igualmente merecido –y apreciado por sus lectores– si Tusquets decide publicar El fantasma nostálgico, obra que fue finalista de su prestigioso premio de novela en el 2006.

Otra esperadísima re-edición ha sido la del celebradísimo conjunto de relatos Caballos de medianoche (Planeta, 2016) de Guillermo Niño de Guzmán, uno de los cuentistas más notables de nuestras letras. 

Gracias a una re-edición del Fondo de Cultura Económica pude leer por primera vez La voluntad del molle (FCE, 2016), muy interesante novela de Karina Pacheco; una novela que pone el dedo en la llaga del racismo y el clasismo, incluso en el interior de una misma familia.

Pude releer también dos muy buenas novelas: Tsunami (Emecé, 2016) de Ezio Neyra y Otra vida para Doris Kaplan (Borrador, 2016) de Alina Gadea.

El gran descubrimiento, para mí, obvio, ha sido leer ese estupendo y premiado libro de relatos Un lugar como este (Estruendomudo, 2016) de Carlos Arámbulo. No la leí en su primera edición y me había perdido de la afiatada prosa de su autor y de su personalísimo universo narrativo.

Tengo pendiente la lectura de dos antologías de relatos publicadas por Altazor y preparadas por Carolina Cisneros y Beto Benza.

FELIZ AÑO 2017, y que vengan más libros...


Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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