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Williams: Stoner

JOHN WILLIAMS. Stoner (Baile de Sol, 2015)

Publicado: 2017-03-01

Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR 

Hace algunos años, un artículo firmado por el escritor Enrique Vila-Matas y publicado en el diario El País de España llamó mi atención. En dicho texto, Vila-Matas catalogaba de “obra maestra olvidada” una novela del norteamericano John Williams llamada Stoner. La novela, publicada originalmente en 1965, pasó casi desapercibida en su tiempo y en su país. Y es a raíz de una traducción al francés que la ésta empezaría a concitar, mucho tiempo después, la atención que merecía.

     Rodrigo Fresan, escritor argentino y diligente lector, coincide con Vila-Matas en considerar a Stoner como una obra maestra. Algunos amigos que habían leído recientemente aquel libro de Williams parecían unirse a esta suerte de celebración colectiva, de unánime aprobación. Así, colmado de expectativas, me sumergí hace unos días en la lectura de la novela. Una tarde en la que una refrescante y suave brisa se colara por la ventana de mi estudio, haciendo tolerable lo hostil de este verano.

     Stoner (Baile del Sol, 2015 –edición conmemorativa por su aniversario 50–) de John Williams es una novela que nos narra, a través de un narrador omnisciente, la vida entera de un hombre, William Stoner, desde su infancia en una granja de Misuri hasta su muerte a los 65 años, a poco de jubilarse de profesor en la Universidad de Columbia. Asistimos así a los momentos determinantes de la vida de Stoner, cuya existencia gris permanentemente colindara con el fracaso.

     William Stoner, como ya dije, nace en una granja de Misuri y hubiese pasado toda su vida allí, como su padre, si éste no le hubiera alentado en ir a la universidad, a la facultad de agricultura, para luego retornar y poner en práctica en la granja familiar todo lo aprendido. Stoner termina aceptando si mayores expectativas aquel camino trazado por su padre. Sin embargo, es en la universidad donde descubre su vocación por las letras. Llevar el curso de Literatura inglesa, dictado por el profesor Archer Sloane fue decisivo. Y hay una escena reveladora cuando el viejo Sloane recita unos versos de William Shakespeare y luego interroga: “¿Qué le comunica, señor Stoner?” Sin decir nada a sus padres, decide cambiar de rumbo, deja los estudios de agricultura y opta por la literatura. Al concluir sus estudios hubiese regresado a la vida de granjero si el viejo Sloane no le hubiera alentado a seguir un postgrado e iniciar una carrera docente en la misma universidad.

     Es así como las decisiones que va tomando, muchas veces siguiendo los vientos del momento, van determinando su vida. Desde un matrimonio, quizás apresurado, con Edith Bostwick, hasta su negativa de aceptar la jefatura del departamento de Literatura de la universidad. Decepciones que desencadenarán más aflicciones que dicha. Incluso cuando en un momento de arrojo, en el que se muestra empoderado y decide ser fiel a sus principios y no votar a favor de un alumno, protegido de su enemigo Hollis Lomax, en una suerte de examen de sustentación, las consecuencias serán perjudiciales para él. Lomax, como el mismo se enteraría previamente, será luego ungido como jefe de departamento y, por consiguiente, jefe directo suyo.

     Son pocos los momentos de sosiego y de dicha, entre ellos el romance con la joven profesora Katherine Driscoll. “En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra” (p.170).

     Tras leer la novela uno advierte que William Stoner ha sido a lo largo de su vida una persona estoica. Al respecto, el novelista británico Julian Barnes solía preguntarse por las razones por las cuales una novela como Stoner no había calado entre los lectores norteamericanos. Y llegaba a la conclusión que el estoicismo de Stoner no se sostenía, como lo hacen la mayoría de autores estadounidenses, ni en el alcohol –repasemos los personajes de Buckowski o del mismo Carver– o en la religión. Yo añadiría que Stoner sí tiene algo que lo sostiene, que lo mantiene a flote, a pesar de tanto infortunio, y es su amor por la literatura. La pasión por los libros está presente en casi toda la novela y se convierte para Stoner en su bálsamo.

     Ian McEwan, otro estupendo autor británico como Barnes, ha manifestado que Stoner es un “descubrimiento maravilloso para todos los amantes de la literatura”. Y yo no puedo sino estar de acuerdo con él. Léanla.

john williams | foto: internet.


Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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