Tras diez años de residir en la ciudad francesa de Burdeos, y de varias idas y vueltas en el camino, el escritor peruano Ricardo Sumalavia vuelve a cruzar el atlántico y aterriza en Lima donde nuevamente ha fijado su residencia. A propósito de esta nueva experiencia del retorno ha edificado No somos nosotros (Seix Barral, 2017), una suerte de bitácora en la que un personaje reflexiona no sólo sobre un viaje de regreso a su ciudad natal sino también sobre la infancia en aquel lugar, sobre su estancia europea y sobre lecturas que lo han acompañado en ese tránsito de su vida.  

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Fotos: archivo del autor

–En este conjunto de textos, escritos a manera de bitácora, el tema principal es el viaje de retorno a Lima. El personaje del libro se pregunta si sabrá volver. En tu caso qué fue lo más difícil en esta experiencia de retorno.

–Lo difícil fue saber a qué ciudad volvía. Si era la misma Lima, si esta ciudad me iba a acoger, si me iba a reconocer en ella. Por otro lado, regresé a Lima con dos manuscritos: Enciclopedia plástica y No somos nosotros. Esos textos fueron un soporte muy especial.

–Al viaje geográfico, pienso, se le puede añadir el viaje interior, una especie de travesía por la memoria hacia la infancia. ¿Es una manera de vincularte nuevamente con Lima?

–Es así. La memoria viaja contigo. La memoria te ayuda a poblar incluso los espacios que visitas por primera vez. En No somos nosotros, el viaje interior está nutrido de experiencias vitales y de lecturas que se integran a esas nuevas experiencias vitales.

–Se trata, creo, de un libro de desplazamientos, como te decía, externos e internos, con todo lo que conlleva. Pero el libro plantea también un recorrido por lecturas y autores. ¿Autores con los que tienes afinidad y que podrían constituir una suerte de patria literaria, en el sentido de un territorio en el cual sentirse en casa?

–Esos autores son o fueron mi familia literaria. Viajaba con ellos, los visitaba, me despedía. En el proceso de escritura de No somos nosotros releía tanto sus ficciones como sus diarios o crónicas de viaje. Veía las ciudades europeas a través de una doble cámara: la literaria y la vital. Soy la confluencia de esas miradas.

–Otro tema importante en el libro, me parece, es el lenguaje.

–El lenguaje es personaje de todos mis libros. Mi mundo es un mundo de palabras, y en ese sentido es un mundo insuficiente, porque las palabras siempre son insuficientes. Sin embargo, esa es la única vía que conozco para construir un mundo.

–Al terminar de leer el libro me vino a la memoria la imagen del Ribeyro de Prosas apátridas o Dichos de Luder. Pero en tu caso, el primer texto plantea la idea del viaje y en el último se ejecuta. ¿Cómo definiste la estructura?

–Logré visualizar el libro a la mitad de su escritura. Los viajes en sí no eran una clave, ni tampoco solo volver. Vi el libro cuando entendí que partir implica al mismo tiempo volver. Son acciones simultáneas. Bajo esta premisa el libro cobró cuerpo. Soy consciente de que quizás el lector espere una novela convencional, pero ese no es el caso de mi libro, como tampoco es el caso de ninguno de mis libros anteriores. Propongo una nueva y paradójica unidad desde lo fragmentario y la distorsión. Si alguien no lo entiende así, puede buscar otros libros, que los hay muchos.

–Siempre he pensado que todos tus libros dialogan entre sí. Y este a pesar de ser distinto me parece que no escapa a ello.

–Este libro forma parte del "Tríptico de la levedad", junto con mis libros Que la tierra te sea leve y Mientras huya el cuerpo. Se pueden leer de modo independiente, pero si tienen la oportunidad de leer los tres, podrán vislumbrar un proyecto mayor, y personal.

–Finalmente me preguntaba sobre la influencia francesa en tu literatura, luego de varios años viviendo allá. Y me pregunto, quizás en un exceso de riesgo, si el formato de este libro no es parte de esa influencia.

–La influencia es de la cultura francesa en general. No solo su literatura. En esa época leí muchos diarios y memorias, pero supe que no iba a serlo estrictamente bajo esos formatos. Lo mío siempre es una distorsión de las formas y géneros. Me construyo en esa distorsión. Y Francia, sus artistas, han explorado al respecto .

sumalavia en bogotá, invitado a la filbo 2017 | foto: archivo del autor.