Desde su apertura, la librería Communitas (Av. Dos de Mayo 1684, San Isidro) ha llamado la atención positivamente por la variedad en su oferta libresca. Derecho, Historia, Economía, Gastronomía, Literatura, Literatura infantil, entre otras, son las ramas que abastecen los estantes de su muy bien decorado local. Una de sus virtudes, la rapidez con la que se pueden encontrar allí las más recientes novedades editoriales que vienen de España, por ejemplo. Communitas celebra este mes su cuarto aniversario y como para celebrarlos, conversé con su director, el Dr. Juan Monroy Gálvez –autor de varios libros dentro de su materia: el Derecho–. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: CMS

–La librería Communitas celebra su cuarto aniversario. ¿Cómo nace la idea de iniciar esta aventura?

–Creo que es una historia que para ser real, en una época de globalización, en una época en que toda inversión si no se hace para triplicarla o cuatriplicarla no tiene sentido, esta es una decisión a contramano. Lo que ocurre es que somos una familia que se ha forjado alrededor del libro. Lo que ocurre es que en el 2010 teníamos una biblioteca frondosa en casa, con unos 15 mil libros. Y nos costaba mucho comprar de afuera, sobre todo en otros idiomas que los hijos y yo leemos. Y decidimos ser nosotros los que haríamos la traducción. Empezamos así con una editorial, dedicada a libros de Derecho y uno de mis hijos comienza a venderlos por internet. Fue una experiencia bonita. Culturalmente estábamos dando un aporte. Y muy prontamente, a los dos años, apareció el tema del delito informático, la gente comenzó a dudar de seguir comprando por internet. Entonces se empezó a desprestigiar la compra por página web que andaba muy bien. Y un día se presenta la oportunidad de esta casa. La adquirimos y decidimos lanzarnos a esta experiencia, con una condición. Sabíamos que en todos los negocios que creen en el fin de la historia, todo pasa por globalizar; todo pasa porque haya grandes empresas trasnacionales que copan y controlan determinados productos. Sabíamos que esto también ocurría con los libros y decidimos hacerlo generando una independencia que no nos afectara jamás, sea que nos vaya mal, bien o regular, intentemos traer lo que el lector quiere, provoquemos una lectura comprometida en todos los ámbitos, ampliar el concepto de cultura humanística, salirnos del derecho, salirnos de la literatura, en fin, eliminar matices. Eso fue.

–A pesar de no hacer mayor publicidad, la librería ha logrado hacerse de un espacio importante para los lectores…

–En estos cuatro años no hemos gastado un sol en publicidad porque nos parece que si hacemos las cosas bien, esto se va a dar. Y hacer las cosas bien no significa vender más sino vender bien. Y que el amigo que viene esté complacido, no esté apretado. Este es un equivalente a la biblioteca de la casa. Eso es lo que hemos hecho reproducirla y que se sientan a gusto.

–La librería es bastante completa. Uno encuentra libros de Derecho, Literatura, Economía, Historia… ¿Esa era la idea, apostar un amplio registro de temas?

–Exacto esa es la idea. Y, además, un dato. Nosotros teníamos una especialidad en el Derecho que es el Proceso. Entonces siempre llegábamos tarde, dos o tres meses después de que salía un libro estábamos recién en condiciones de tenerlo. Se demoraba la entrega. Entonces, decidimos encontrar fórmulas, que las hemos obtenido, para dos cosas: para que un libro que sale en Barcelona esté en la librería en no más de diez o quince días. Y, adicionalmente, que si usted gasta por un libro estando en Barcelona 40 euros, a nosotros nos pagará 30 porque para comprar seis u ocho, tenemos un descuento muy fuerte. Podríamos ponerle un precio igual, pero la idea no es ganar sino difundir. En vez de ganar 30 por un libro, ganamos 15. La idea es asumir un compromiso social.

–¿Un poco recobrando esa idea del librero que establece un vínculo más personal con el lector, más allá de lo comercial? Uno puede encontrar aquí, como usted dice, libros que acaban de salir en España, muy rápidamente; sin esperar tres o cuatro meses para que el distribuidor los importe. Si es que lo hace, incluso.

–Dice algo muy cierto. Y con el mayor respeto a otras librerías, salvo aquellas pequeñas que luchan así como nosotros por asumir esta independencia, en las otras librerías hay un catálogo que está parametrado de afuera. Y usted tiene que comprar eso. Pero uno puede decir, un momentito, déjeme a mí, yo algo sé. A eso hemos renunciado. Inclusive, a las empresas grandes, trasnacionales que hay en el Perú, les decimos: cuáles libros van a traer y cuáles no para nosotros tener la libertad de traerlos. Y me parece que muchas veces ellos renuncian a traer libros que, no sé por qué razón, piensan que no van a comprarse aquí.

–En estos cuatro años, con qué sorpresas gratas se han topado.

–No teníamos idea del éxito que esto podía tener. La misma duda que les alcanza a todos en torno a la pobreza porcentual del lector peruano, la teníamos, con la única diferencia de que la idea era intentar romperla. Y si fracasamos, pues habremos hecho el intento. Eso fue lo que dijimos en un primer momento. Y la verdad es que no es así. Si de lo que se vende en estos años, se lee el 25%, sin duda algo nuevo nos va a ocurrir.

–¿Dificultades?

–Con algunas empresas. Hay siempre la grande que se come a las pequeñas. Y eso también ocurre en esta área. Y hemos tenido algunas interrogantes: ustedes qué pretenden. No pueden entender que no haya un interés monopólico. Nosotros no estamos compitiendo con nadie, nosotros solo queremos presentar una posibilidad de lectoría. Creo que cuando descubrieron que estamos fuera del ring de los globalizadores, nos han dejado un poco tranquilos.

–¿Qué piensa acerca de la Ley del Libro, que para muchos debe ser mejorada?

–Creo que hay una pauta más que dar. Hay experiencias cercanas muy buenas como la experiencia colombiana. Nosotros tenemos una editorial. Tenemos unas 70 a 80 publicaciones, en Derecho. Pero siempre está el compromiso burocrático que se podría mejorar. Lo que es absolutamente imprescindible que el poder político advierta que el libro no lo va a afectar más allá de que vamos a tomar conciencia de su poca calidad. Y si ese es el temor, esto va a ocurrir más tarde o más temprano. La exoneración del IGV es algo que no se va a repetir, amenazan. Lo cual es absurdo. Creo que el libro hay que darle la importancia que merece. Habrá que pelear en su momento contra eso.

–El libro nos fortalece como ciudadanos…

–Es un instrumento liberador. Es difícil encontrar otro de esa magnitud.

libreria communitas, en san isidro. | foto: web communitas.