La memoria y el post conflicto armado son los temas sobre los cuales gira el más reciente poemario de Carlos Villacorta: Materia Oscura (Intermezzo tropical, 2017). Si bien no hace mucho presentó una novela (Alicia, esto es el capitalismo), Villacorta no publica poesía desde la aparición, haca diez años, del elogiado libro Ciudad satélite. Este retorno a la poesía propicia este interesante diálogo. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: Archivo del autor

–Han pasado diez años de la publicación de tu poemario anterior, Ciudad Satélite. ¿A qué se debe ese tiempo de espera para el siguiente libro?

–En realidad, han pasado diez años de la publicación de mi último libro de poesía. Entre Ciudad Satélite y Materia Oscura he publicado mi novela Alicia, esto es el capitalismo (2014) y está en proceso de publicación mi investigación sobre poesía peruana del setenta y la ciudad de Lima. Lamentablemente, hay obligaciones académicas que me alejan de la escritura poética más no de la literatura. Esta distancia también me permitió trabajar un libro distinto a Ciudad Satélite y, quizás, más cercano en espíritu a Alicia, si bien los tres libros son parte de un diálogo continuo.

–¿Cuál es la génesis de Materia Oscura? ¿Tenías una idea del tema antes de escribir los poemas o los poemas fueron apareciendo y advertiste luego que tenían puntos en común?

–Los primeros poemas datan del 2011. Si no me equivoco, el poema más antiguo debe ser “Cuando despeguen los aviones”. En ese momento, tenía como idea principal el tema de la memoria y el miedo, y cómo ambos se entrelazaban y conectaban. A partir del 2014, post Alicia, me dediqué completamente a la escritura de Materia Oscura y fui armando, de a pocos, los poemas y la estructura del libro. Esto es algo que trabajo en paralelo pues, una vez que tengo la idea general del libro, difícilmente escribo un poema suelto. El primer borrador debe ser de inicios del 2015, aunque el borrador final es de finales del 2016.

–Uno de los temas está ligado a la guerra interna que padecimos en el Perú. Pienso, por ejemplo, en el poema que alude a la destrucción de Troya y al enfrentamiento de hermano contra hermano.

–Sí, el libro no es tanto un libro sobre la guerra como de la posguerra, es decir, un libro que rememora el conflicto armado. Han pasado ya algunos años desde el fin de la guerra si bien el conflicto social continúa en Perú. No he intentado reconstruir la guerra sino más bien ciertas memorias personales y post 2000 que van de la mano con el proceso de neoliberalismo aplicado al país. (Me queda claro que si Perú hubiera sido Troya, lo hubieran reconstruido con un centro comercial encima de ese cementerio, con caballo y todo como centro de diversiones). Al mismo tiempo, busqué ampliar lo que se entiende como la guerra: un bando de buenos contra uno de malos, cuando en realidad es una espiral de violencia que enfrenta a todos contra todos desde diferentes direcciones. No por nada Odiseo llora al recordar las consecuencias de esa terrible “máquina del deseo” que es la guerra. Por supuesto, el tema de la guerra no se limita a Perú sino también a países como México, al que dedico al menos un par de poemas.

–¿Cómo así decides tomar referentes helénicos para este libro?

–Mientras iba trabajando el poemario, fui llegando al tema de la guerra y del viaje. Al mismo tiempo fui llegando a dos fuentes importantes. La primera es el libro Antígona, la obra poético-teatral de José Watanabe, que considero el primer libro sobre la posguerra en el Perú. Al leerlo cuidadosamente, pensé que tenía que releer la Odisea que es el libro clásico por excelencia sobre la posguerra y la memoria. Materia Oscura está escrito haciendo un paralelo con las hazañas de Odiseo (el escape de Polifemo, el tema del caballo de Troya, o el descenso a los infiernos). Estos referentes helénicos me sirvieron para contar eventos sobre nuestro país, sobre la generación de mis padres o la mía, así como lo que acontece hoy en otras partes de América Latina, aunque no me restrinjo solamente a la terminología griega como el nombre mismo del libro lo revela. Otras lecturas que me ayudaron tanto temáticamente como formalmente fueron la poesía del griego Odysseas Elytis, la del mexicano José Emilio Pacheco, y por supuesto, las poetas rusas Anna Akhmatova y Marina Tsvetaeva.

–La idea del retorno, a través de Odiseo, está también presente en el libro.

–Siempre pensé publicar este libro antes y no diez años después de Ciudad Satélite. Ha sido una feliz coincidencia que así haya sido. Es un grato retorno a la poesía, a los poetas. Finalmente, es un libro homenaje a la poesía y “su purpureo manto”.

–¿Cómo se da en tu caso el proceso de escritura del poema? ¿Eres de los que suelen corregir y corregir el poema hasta el punto que quizás no quede mucho de la primera versión o de los que priorizan la espontaneidad de esa primera versión?

–Varios de los poemas nacieron casi completos. Es una situación que me sucede a menudo si bien yo mismo no tengo una explicación racional sobre esto. Fue el caso de “Cuando despeguen los aviones” o “#43” u “Odiseo abandona a Calipso”. Esto no significa que no los revise. Todos los poemas fueron rebautizados con un subtítulo en corchetes una vez que tuve claro el título del libro. Por otro lado, usualmente no corrijo tanto sobre un original. Si lo que escribo no va para ningún lado, lo abandono y comienzo de nuevo. Esto es más trabajoso si pensamos en la calidad de un poema de largo aliento como algunos del libro. En algunos casos, construyo el poema. Literalmente, armo una estructura como es el caso del poema “El terror [Los poetas cantan la guerra]”, que es un canto polifónico que necesitaba armarse conscientemente con retazos de otras voces. Finalmente, creo que cada poema pide una forma de trabajar y un lenguaje propio y la intuición es clave para saber hacia dónde ir con esto.

–Finamente, ¿qué significa para ti, como autor, las palabras elogiosas de Roger Santiváñez?

–Por un lado, es un reconocimiento a mi trabajo poético y, por eso, agradezco a Roger por sus generosas palabras, especialmente teniendo en cuenta que estas provienen de un escritor cuyo valor en el arduo trabajo poético es reconocido y admirado en toda América Latina. Por otro, también es un incentivo a seguir escribiendo, esta vez, espero, sin dejar que pasen otros diez años. 

Foto: cms.