Fernando Ampuero ha escrito dos breves historias reunidas en un libro pequeño –a manera de las célebres plaquettes– titulado Lobos solitarios (Peisa, 2017). Inmejorable título para representar a estos dos personajes, periodistas y escritores, que ha rescatado del olvido. Dos personajes, Edmundo de los Ríos y Xavier Ugarriza, que sucumbieron en el muchas veces delirante trance de la creación literaria. Sobre este libro –y sobre la coincidente re-edición de la primera novela de Edmundo– conversé con Fernando en su acogedor departamento miraflorino. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: CMS

–Edmundo y Xavier, personajes de Lobos solitarios, son dos escritores en la sombra a quienes has conocido. ¿Qué te llevó a recordarlos?

–Pienso que hubo episodios muy intensos de las vidas de ellos que se quedaron grabados en mi memoria. No sabía qué hacer con tales recuerdos. Hasta que un día, a principios de este año, me senté a escribir un cuento de dos capítulos, lo que suponía una estructura extraña o bastante inusual…Cada capítulo debía ofrecer un retrato, pero mostrando que dichos personajes estaban interconectados por mis recuerdos… En el caso de Edmundo, por ejemplo, quise recrear su personalidad de escritor. Tú hablabas con él y percibías de inmediato a un hombre apasionado por la literatura, queademás te dejaba entender que tenía un gran libro en marcha. Lo tenía por cierto, trabajaba en ese libro noche tras noche, año tras año, pero nunca lo terminaba. Esto, para mí, sabiendo que se trataba de un escritor de talento, era un gran misterio. Luego, hacia el final de su vida, algo en él se quebró; y una noche, de forma realmente dramática, tiró la esponja. Ese episodio lo describo en Lobos solitarios. En cuanto a Xavier, un tipo más raroaún y de quien nunca supe si de veras escribió algo de valor literario o no, he recreado unos pocos episodios muy impresionantes. Ambos, en todo caso, fueron escritores que entregaron el alma a la literatura y que murieron sintiéndosefracasados.

–La locura y lo tanático están muy asociados a la escritura…

–Siempre y cuando acabes arrastrado por una obsesión. Los escritores somos muy susceptibles a dejarnos llevar por las obsesiones. Edmundo pudo tomar un camino alternativo. Sin abandonar esa segunda novela que se le volvía tan complicada, pudo haber escrito otras cosas: relatos, novelas breves, ensayos. Esto lo digo en mi libro. Pero no. La decisión de Edmundo fue: “No dejo de corregir hasta que acabe”. Y no se dio ese respiro. Ellos, cada uno a su manera, eligieron consumirse en el endiablado fuego de la creación, loque los llevó a un destino trágico.

–¿A qué se debe que los escritores tengan esa predisposición a dejarse arrastrar por una obsesión?

–A la vocación literaria. Existe un ingrediente de desenfreno en la vocación literaria que te lanza a dar todo de ti mismo en una historia.

–¿Qué puedes decir de la eterna relación entre el periodismo y la literatura? Son espacios donde convergen personalidades similares…

–Así es. Periodistas y escritores estamos en la misma danza: la escritura. Los autores jóvenes buscan el periodismo para sobrevivir. Y de ahí que yo, en los setenta, eligiera esa revista (Caretas), a la que consideré, y considero, una revista de mucho prestigio. Y, claro, pronto me percaté que algunosestábamos ahí escribiendo y cumpliendo nuestro oficio de periodistas, pero también soñando en escribir escritura creativa. Dentro de las salas de redacción uno encuentra, aparte dela gente con aspiraciones literarias, que no es poca, a grandes aficionados a la lectura. Y esto, convivir y conversar con buenos lectores, es lo que más necesita cualquier joven escritor.

–Lobos solitarios es un libro sobre la amistad, que a la vez parece un libro sobre la complicidad…

–Es cierto. Pero se trata de una complicidad por empatía. Edmundo era un escritor, cosa que bastó para que yo sintiera que estábamos en el mismo lado de la trinchera. Y de igual modo sucedió con Xavier, a quien me sentí unido tan pronto él me confesó su amor por la literatura. Lo demás cayó por su propio peso. Se establecieron lazos invisibles entre nosotros por la manera en que cada uno veía el mundo, por el intercambio de lecturas, por las perspicaces conversaciones sobre autores.

–Es también un libro cuyo asunto central esel fracaso.

–Un tema tabú. Un tema del que nunca se habla entre los escritores en general. O, al menos, se menciona rara vez. Sin embargo, es algo frecuente. Desconozco si hay datos estadísticos al respecto. Pero yo diría que decada mil individuos que se ponen a escribir, a novecientos cincuenta les va mal, y del resto, apenas sobreviveuna docena a su primer libro. Un autor necesita mucho nervio para persistiren su propósito, porque escribir es un aprendizaje, porque la más de las veces es un gran esfuerzo inútil, y porque toma tiempo; la mayoría de veces alguien publica, o se autopublica, y los periódicos no los mencionan ni con una línea… El fracaso, además, afecta por igual a los novatos y a los autores reconocidos. Hace un mes y pico, cuando entregué Lobos solitarios a la imprenta,vacilé como siempre me ocurre; temí que su argumento no pudiera conseguir lectores…¡Uf, por suerte ya tengo algunos!… Los lectores me dicen que es un libro que trasmite sentimientos genuinos, porque ellos, Edmundo y Xavier, fueronmis amigos, mis compañeros de ruta. Dicen que recordarloses un modo de vindicarlos.

–Casi a la par de Lobos solitarios ha aparecido una re-edición de la novela de Edmundo de los Ríos, Los juegos verdaderos

–Esto me alegró mucho. Ha sido una coincidencia feliz. Cuando vi que apareció en la revista Somos una crítica a la reedición de la primera novela de Edmundo, Los juegos verdaderos, una reseña muy elogiosa que escribió Dante Trujillo, lo primero que hice fue escribirle a Dante para decirle que me había parecido maravillosa su lectura. Que el hecho de leerla 49 años después de haber sido editada me parecía genial, porque la había juzgado con los ojos de un lector contemporáneo capaz de apreciar cómo aquel joven arequipeño lograra publicar ese libro en que utilizaba técnicas narrativas vanguardistas y una prosa literaria de gran calidad. Y le dije: está saliendo de imprenta un libro en el que hablo de Edmundo. He hablado con su viuda, Teresina, que es amiga mía, y a quien, por supuesto, le mandé el original. Ella fue la que me contó muchos detalles de los últimos días de Edmundo… Y ¡ojo!, a la vindicación de Dante, además, se ha sumado otra bastante notable. José Carlos Irigoyen celebróigualmente Los Juegos verdaderos. ¡Qué mejor retorno!

–¿Qué significó escribir este libro?

–Mira, yo no soy un escritor profesional como muchos de los jóvenes de ahora, lo cual no entraña críticas a nadie. Soy un escritor de otra época, para quien la escritura es una necesidad dolorosa y, sobre todo, un acto de amor. Y, bueno, todo amor es un lío.

fernando ampuero, la noche de la presentación | foto: peisa.