Camila De María obtuvo el título de campeona en el Lucha Libro, versión 2016, tras derrotar a cada oponente que le salía al frente. Se trata de un concurso de escritura en el que no sólo basta con escribir bien sino que, además, se tiene que apelar a una rapidez mental y a una creatividad en ebullición constante. Cualidades que Camila maneja con naturalidad. Un dato biográfico no menor es que se trata de la hija de la destacada actriz Gabriela Billoti y el reconocido dramaturgo César De María. Nos encontramos en el Starbucks del Ovalo Gutiérrez, en Miraflores, para charlar sobre 264 meses de embarazo, su primer libro, que reúne algunos cuentos breves utilizados en el concurso y otros más, de largo aliento, escritos para la ocasión. Libro que fue presentado en sociedad en la Feria Internacional del Libro, con la presencia de las escritoras Sophie Canal y Andrea Cabel.  

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: CMS

–¿Cómo fue que empiezas a interesarte por la escritura?

–Mi familia siempre ha sido de grandes lectores, digamos, mi mamá es actriz y mi papá es escritor; como que era inevitable. Entonces, empecé a escribir, creo que por mi papá; pero no recuerdo exactamente cómo. Sólo recuerdo que escribo desde que soy niña, desde los 8 años más o menos.

–¿Cómo te animas a participar en Lucha Libro?

–Primero participé en el 2012. Entré por impulso. Mi papá me pasó el dato y me dije a ver qué pasa. Me mandé y entré. Pero la verdad no tenía nada planeado, era sólo para ver que pasaba. Y perdí porque uno de los elementos que me tocó en una pelea era ancla oxidada y puse solo ancla. Me descalificaron por eso. Yo seguí escribiendo. Y en el 2016 me llaman para participar nuevamente al Lucha Libro. Acepté y ahí fue que me metí más en serio, con más esfuerzo, más dedicación. Y gané.

–¿Cómo fue la experiencia? Te lo pregunto porque a mí me resultaría complicadísimo escribir bajo esos parámetros…

–Es difícil. Son sólo cinco minutos. Nosotros subimos al ring y allí nos dan los tres elementos. No hay nada planeado. Es difícil, no sólo basta saber escribir. El autor de Game of thrones, George R.R. Martin, es un buen escritor, pero con los veinte años que se toma entre cada libro probablemente no le iría muy bien en Lucha Libro. Entonces, no sólo es saber escribir, es saber improvisar. Además, una cosa que los jueces valoraban mucho es que los elementos estuvieran integrados de forma natural, que no parezca que lo pegaste allí porque tenías que ponerlo. Es difícil, pero también es parte de la diversión; porque los cuentos que salen no son cuentos normales, tradicionales con inicio, intermedio y fin, es decir, no tienen una estructura, aunque sí. Es difícil, pero también es genial para mejorar y para ponerse a prueba uno mismo.

–Asocio Lucha Libro a dos aspectos; por un lado a lo teatral, a la impro…

–Sí, había que subir con nuestras máscaras. Los jueces no lo calificaban porque en realidad es un concurso de escritura. Pero es verdad, hay una presencia en el escenario, hay que hacer un show, porque no es solo escribir, sino escribir en vivo frente a todo el mundo.

–Por otro lado, pensaba de alguna manera en la escritura automática, en lo que planteaban los surrealistas de aflorar el inconsciente…

–Sí, aunque por otro lado tiene que ser más rígida y estructurada que una escritura automática. Los jueces califican la forma del cuento. Varios de los cuentos que están en mi libro no eran muy “cuento”, en algunos no pasaban nada. Y esos a los jueces no les gustaba mucho.

–¿Cómo armaste el libro? ¿Cómo fue ese proceso?

–Fue muy raro porque cuando gané fue como que “genial, gané, mi premio es publicar mi libro… Ahora tengo que escribir un libro”. Algunos de los cuentos y de los poemas ya los tenía escritos, los he corregido, los he vuelto a trabajar. Otros cuentos como “Plan B” y “El umbral rojo” los escribí solo para el libro. Y esto me ha permitido aprender a escribir cuentos largos serios, porque escribía antes cosas cortas, de un par de páginas. Y esta vez me obligué a escribir dos cuentos de veinte páginas. Y el hecho de obligarme a escribir un libro que puede mostrar con orgullo al resto del mundo. Ha sido todo un proceso, ha sido muy difícil, pero me ha enseñado un montón.

–Una característica de tu libro es que los personajes femeninos están dentro de contextos adversos, difíciles…

–Claro. Una de las cosas que me comentó el editor, Hernán Migoya, antes de escribir “Plan B”, es que en todos los cuentos las mujeres eran como víctimas. Y yo no lo siento así porque más que pintar víctimas estoy pintando un reflejo de lo que pasa la mujer en la sociedad, que generalmente son cosas malas. No es que mis personajes sean víctimas, sino que la mujer en la sociedad juega un rol de víctima. Y cómo lo juega es con lo que trabajo. No todas las víctimas son iguales, digamos. 

–Un aspecto que me gustó de tu libro es la construcción sólida de los diálogos. ¿Tiene que ver quizás un poco con el hecho de que tu papá es dramaturgo? 

–No me gusta decir eso, como que me da cosa, pero tal vez tiene algo que ver. Aunque en realidad no, porque no soy de leer teatro. A mí el diálogo me cuesta mucho, la verdad. Por mí todo el cuento sería diálogos, pero para eso mejor escribo una obra de teatro, ¿no? Entonces tuve que obligarme a cortarlo y siempre leer los diálogos en voz alta y preguntarme si realmente suena verosímil. Porque una de las cosas que me molesta mucho es cuando los personajes hablan como habla el autor. Me esforcé, por eso, en hacerlos lo más verosímiles posible.

–Otro aspecto interesante, al menos para mí, es la presencia de detalles. Por ejemplo, en el cuento “Plan B”, el detalle de la coincidencia en pedir ambas mujeres un Tiramisú…

–Claro, y eso sí fue intencional. “Plan B” tiene una estructura de cinco partes pero la empecé desde la segunda, porque la primera que es cuando las dos chicas, Lucía y Victoria, se conocen, pues se encuentran en la puerta de la casa del profesor. La coincidencia es importante, si no se hubiesen conocido las tres, con Fernanda, serían tres mujeres que pasaron un mal rato y ya está. Entonces, esto de la coincidencia ayuda a que avance el cuento. Por eso me parece importante los detallitos. Además, me gustan más los detallitos que hacer descripciones tan largas. No me gustan las descripciones largas. Por ejemplo, El señor de los anillos no lo pude leer, me saturó.

foto: cms.