Rafael García Godos Salazar aparece en el escenario poético en el 2004 con dos libros en simultáneo: Viruspop y Raggs. En el 2007 publica Queridolucía, un libro, a mi juicio, muy logrado, que evidencia su singular talento poético. Por aquel tiempo gana, durante dos años consecutivos (2006 y 2007), el Premio Dorian Arts a la poesía de diversidad sexual. Una década después nos vuelve a sorprender gratamente con MVX0: Música para monstruos (Paracaídas editores, 2017). El libro se presentó oficialmente durante la FIL Lima y tuvo ayer una segunda presentación. Unos días antes, Rafael y yo nos reunimos en el Starbucks del Óvalo Gutiérrez para charlar sobre su poesía. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: CMS

–Te lo deben haber preguntado: Han pasado diez años desde la aparición de tu libro Queridolucía ¿Por qué ese lapso de tiempo? ¿Qué pasó en ese tiempo?

–Antes me dedicaba yo a producir mis libros. O los diseñaba yo o buscaba quién lo hiciera. Estudié comunicaciones y diseño y siempre me gustó hacer un concepto visual.

–Es verdad, eso se ve también en la gráfica de Queridolucía

–Sí. Y en los otros libros también. Y es bastante agotador. En ese momento tenía todo el ímpetu, la energía. Pero luego de Queridolucía, aunque estuvo bueno, se hizo conocido fuera del país, me sentía cansado. Me dediqué sólo a escribir durante todo este tiempo hasta concretar algo. No sabía qué estaba pasando, sólo escribía. Luego entendí que era parte de mi proceso creativo también. Iba viendo que había cierto sentido en esos fragmentos y decidí que ya lo tenía que cerrar. Y todo ese tiempo pasó tan rápido que no me di cuenta que fueron diez años. Pero ya no quería publicarlos yo, entonces busqué a quién le podía interesar. Lo mandé a cinco editoriales y, finalmente, Paracaídas fue el que propuso mejores cosas.

–Ahora que mencionas el proceso creativo, me preguntaba cómo te das cuenta que ya tienes el libro, es decir, que los poemas que tenías formaban un cuerpo mayor…

–No lo sé. Digamos que es una escritura que nunca termina. Ya desde cuando terminé Queridolucía ya estaba haciendo textos. Nunca dejé de escribir. Y nunca me planteé voy a hacer otro libro. Simplemente sentí que ahí estaba la voz, que ya estaba cerrado. No sabría explicarlo.

–Una de las cosas que me parecen interesantes del libro es el mismo título MVX0, que puede leerse de varias maneras, y eso creo tiene mucha relación con el libro en sí.

–Sí. En realidad, cuando comencé a armar el libro tenía un título que era Mucho, pero poco a poco comenzó a cambiar: la U se volvió V; la CH, X; y la O, 0 (cero). No es como algo forzado, sino que simplemente veo la palabra y que decir solo “mucho” no basta, como digo en el libro: una palabra con sonido único. Es eso. Ya cado uno ve como lo pronuncia. Y también es una manera de trasvestir la palabra. Y Música para monstruos es más digerible, pero eso es más por un tema editorial, para identificarlo mejor.

–Pero MVX0 tiene más que ver con tu propuesta, no sólo con este libro sino, por ejemplo, con Queridolucía, cuyo título en la portada, si mal no recuerdo, se iba transfigurando conforme se repetía.

–Sí, esa misma inquietud viene de Virus pop y Raggs, que en realidad eran dos libros que salieron al mismo tiempo. Va por ese lado. Nunca me he negado a ese tipo de experiencias, es más, me incentivan más. Para mí la tradición es también para quebrarla desde adentro. Esa es la idea.

–Una curiosidad: creo recordar que ni en Queridolucía ni en los dos primeros, Viruspop y Raggs, aparece tu nombre en la portada…

–Ese es el tema también. En ese momento era editar libros que no estén en una editorial, que no estén dentro de un circuito comercial, digamos, pero igual que tengan buena factura, bien conceptualizados, una propuesta. Y en mis libros nunca salió mi foto, esta es la primera vez. Incluso mi nombre siempre ha estado medio soterrado, cero figuretismo, digamos, en ese sentido. Tambi´pen por un tema estético, me interesaba que se concentre la cosa en la propuesta. Y en este caso, como te dije, estaba cansado de editar mis cosas, y al momento de decidir mandar a editoriales uno tiene que tener claro eso también, que hay que entrar en el circuito oficial. Y hasta el momento la paso bien. Me gusta.

–Incluso en este libro tu nombre aparece pero de costado, casi sin querer…

–Sí, también, claro. Estoy bastante contento con Paracaídas porque además del buen trato han hecho cosas que no han hecho por otros autores. Sacar las dos portadas. El tema del diseño, también. El diseño escapa totalmente a su línea editorial.

–¿Tú has intervenido en él?

–Sí, intervine, pero básicamente para conceptualizarlo con un diseñador. Un diseñador lo trabajó, pero hemos hecho un trabajo en conjunto para que sepa bien de lo que iba. Y Juan Pablo (Mejía) me dio esa libertad.

–¿Cómo ves este libro respecto a los anteriores?

–Entre los libros hay una continuidad total. En viruspop y en Raggs planteaba el tema de la desconfianza en la palabra; por eso, utilizar códigos, números. Y los textos iban por ese lado, textos cortos, respetando la hoja en blanco, ese espacio que también es un tiempo. En ese momento de juventud, era que la poesía te toque como un virus, como una enfermedad, pero una enfermedad que trae consigo también el antídoto. Por los dos libros aparecen juntos. Y también empieza a aflorar el tema de la sexualidad y esa búsqueda también. Y en Queridolucía permanece el tema de la intensidad, una búsqueda de la identidad pero medio corrosiva, con imágenes fuertes. Y en este caso como que confluye todo.

Raggs en la presentación de ayer en el centro de lima. / foto: difusión.