Bruno Polack es un conocido poeta –autor, por ejemplo, del estupendo poemario Fe, considerado como uno de los mejores libros de poesía del año pasado–. Polack ha publicado recientemente el libro de no ficción El último virrey. Patricio Lynch y la ocupación chilena durante la Guerra del Pacífico (Planeta, 2017). El libro trata, como reza el título, de una época poco tratada por nuestros historiadores y de la figura de Patricio Lynch. Y es a propósito de este libro que surge esta charla. 

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: Archivo personal

–Patricio Lynch, al ser el jefe de gobierno de la ocupación chilena en Lima, tiene una fama negativa entre nosotros ¿qué te lleva a escribir y ahondar en él?

–Me atrevería a decir que la fama negativa que Patricio Lynch tiene en el imaginario peruano no es tanto por la ocupación de Lima como por la expedición que encabezó al norte del país; este es, sin duda, uno de los capítulos más oscuros y de difícil comprensión en la Guerra del Pacífico y uno de los capítulos que más ronda en nuestras cabezas, junto a lo que sucedió de Chorrillos. Ahora bien, yo sostengo en el libro que Chile intentó llevar un conflicto apegado a los usos de guerra de la época, y esto claro tiene un por qué; su objetivo era claro, la obtención del territorio boliviano y peruano donde existían las riquezas del guano y el salitre y para esto era muy importante que la comunidad internacional no les objetase absolutamente nada. Es obvio que tenían una asesoría externa en este aspecto. Pero estos dos actos, el de Chorrillos y la expedición al norte (en cuanto al cobro de cupos a civiles) son dos manchas que llevan y que no van a poder borrar.

Ahora, la ocupación en sí de la ciudad de Lima fue medianamente tranquila. Existieron algunos actos de resistencia, pero en los casi 3 años que duró la ocupación el comercio y la vida civil se dieron en una tensa normalidad (hasta me parece que se dio una normalidad distendida en muchos pasajes). En cuanto por qué me animé a estudiar a este personaje tan adverso para nosotros fue porque empecé a idear mi tesis de licenciatura de derecho y me intrigaba saber qué había pasado con las leyes y la aplicación de estas durante este largo periodo. La ciudad, el comercio, el puerto del Callao, la vida civil no podía parar a pesar de la ocupación y poco a poco fue tomando relevancia la figura de este personaje que gobernó y dictó las leyes durante casi toda la ocupación. Ahora, no es del todo cierto que sea un libro dedicado a él, es sin duda la figura más importante durante la ocupación, pero es un libro que tiene un trasfondo (bastante obvio, por cierto) en el cual trato de dar a entender que la culpa de afrontar una guerra en tan desastrosas condiciones fue básicamente peruana. El boicot constante de una figura nefasta como lo fue Piérola. Debemos asumir responsabilidades como sociedad y no seguir poniendo excusas. Fue como dijo el Mariscal Cáceres en una entrevista antes de morir y con la cual cierro el libro, palabras más palabras menos, que a pesar de la superioridad armamentística creía firmemente en que la guerra se podía ganar, y que la ambición política y la traición de la clase pudiente peruana jugaron en contra. La respuesta también está en el Discurso del Politeama de González Prada dado a poquísimo tiempo de acabar la guerra. Debemos regresar a él.

–Te ocupas en el libro también de la figura de Antonio Ribeyro, pariente de nuestro escritor, quien no tuvo una, digamos, digna actuación al frente del Poder Judicial durante la ocupación.

–Juan Antonio Ribeyro fue bisabuelo de Julio Ramón Ribeyro, y presidente de la Corte Suprema en el momento justo de la ocupación. Su actuación es por lo menos discutible. Particularmente creo que disfrazó en su inacción un poco de facilismo y hasta de cobardía. Recordemos que Chile no tenía ninguna intención de inmiscuirse en la impartición de justicia por lo que instaron repetidas veces a la Corte Suprema para que siga ejerciendo su trabajo. Coincidentemente en ese periodo de verano en Lima su respuesta no fue otra que no podía ejercer su trabajo porque se encontraban de vacaciones. Y no hay que ser muy adivinos para saber que las vacaciones duraron hasta casi tres años, hasta que se firmó el tratado de Ancón. Ahora, mucha gente defiende y le sigue pareciendo adecuado el no actuar como una buena manera de hacerle frente al ejército de ocupación. Si fuese esta la estrategia me hubiera gustado al menos leer una carta de Ribeyro donde condenaba la ocupación y afirmando que no actuaría mientras exista un gobierno invasor de una manera contundente y valiente. Mi posición es que hubiera esperado que la Corte Suprema actuara, que se sumara a la resistencia política, que no dejara el gobierno del Perú tan fácilmente acéfalo. Recordemos que el dictador Piérola había huido varios días atrás en plena Batalla de Miraflores. Los Poderes del Estado hicieron mutis frente al ingreso de las tropas chilenas. El único que dio la cara fue el alcalde Rufino Torrico. Si Piérola había huido, entonces ¿al menos dio la cara alguien del Ejecutivo? No. ¿Entonces el presidente del Poder Legislativo o una comisión de parlamentarios? Tampoco. Ribeyro como cabeza del Poder Legislativo ya sabemos que hizo. Las altas autoridades del Perú huyeron a su responsabilidad. Pero un ejemplo, sin embargo, de Héroe Civil es Francisco García Calderón que mediante su gobierno transitorio intentó por todos los medios boicotear la cesión de territorio, dando la cara, teniendo reuniones secretas con varios embajadores, pidiendo garantías, etc. Tanto es así que cuando Chile se da cuenta de sus acciones lo deportan a Valparaíso. Fue padre también de dos reconocidos escritores peruanos, Francisco y Ventura García Calderón. Habría que preguntarse en qué ocupó su tiempo Juan Antonio Ribeyro durante el largo periodo de ocupación.

–¿Qué tan importante fue la actuación de Lynch en este caso, quien elabora, como cuentas, un código civil?

–La importancia de Lynch para que se mantuviera cierto orden jurídico y social en la ciudad de Lima durante la ocupación fue crucial, aunque nos duela. Tampoco es cierto que elaborara un código civil o algo parecido, fue un incipiente ordenamiento aunque sí es de resaltar que él no usó en los territorios ocupados ni la ley peruana ni la ley chilena, junto a su asesor Carrasco Albano, creó mediante decretos un ordenamiento jurídico nuevo donde resalta el hecho que los juicios se hicieran mediante la figura del arbitraje, figura que todavía era extraña en la legislación peruana. Fue un ordenamiento legal, como decíamos, incipiente, creado en un principio para regular los días de ocupación que se pensaban serían pocos. Pero cada vez que iba durando un poco más la ocupación y los retos sociales y comerciales crecían, Lynch iba perfeccionando e involucrándose más, no solo en las leyes sino en los territorios en las que estas se aplicaban.

Un caso curioso es el de tres chilenos que acudieron a los juzgados de los territorios ocupados pensando que tenían todas las de ganar y cuando pierden el juicio se van a la Corte Suprema de Chile para apelar y la respuesta de Lynch, cuando esta le ordenó que se someta a su magisterio es interesante, este no era territorio chileno, aquí no se aplicaban las leyes de Chile ni tenían jurisdicción sobre los territorios ocupados. Argumentaba que solo acataba órdenes del Presidente y del equivalente al Ministro de Guerra.

–Una de las virtudes del libro creo, está en que te enfocas justamente en una época poco tratada: la ocupación. Se ha escrito más de la guerra en sí.

–Creo que este es un trauma que todavía debemos enfrentar como sociedad. Cuando investigaba este tema y le preguntaba a la gente cuando tiempo creían que había durado la ocupación chilena nadie tenía idea que había durado casi 3 años. Me respondían días, semanas. La historiografía no le dedica muchas páginas a este tema. El libro de Margarita Guerra es sin duda el esfuerzo más importante sobre el tema. Y lo interesante que lo centra sobre el gobierno provisorio de García Calderón, a quien hace tiempo le cabe el término de héroe. Ahora, sobre el tema de las leyes y el derecho durante la ocupación casi no dice nada. Basadre toca el tema en 3 o 4 párrafos. Yo creo que es un tema que deberíamos tocar, debatir y superar.

–También echas por tierra una serie de mitos o leyendas urbanas, como la del Presidente Mariano Ignacio Prado, que decían se había fugado con un dinero destinado a la compra de armas para la guerra.

Esta es otra de las historias que a los peruanos nos gusta repetir como si supiéramos mucho de historia porque incluye algo de chisme y de escarnio. La verdad es que ningún historiador respetable ha mencionado nunca que Mariano Ignacio Prado se fuera con el dinero de la compra de las armas ni que se lo robara. Incluso se inventó que se fue con las mismas joyas de las mujeres peruanas donadas para comprar armas. Es sin embargo un tema a debatir ¿podía irse el presidente de la República personalmente a tratar de comprar los barcos que a Perú le urgían en plena guerra? Mucha gente dice que no debió hacerlo y no les falta razón. Yo creo que hay que ver el contexto para tomar una posición, Perú necesitaba urgentemente barcos para defender las costas hace dos meses había caído el Huáscar en manos chilenas. En una guerra de esas características sin fuerzas terrestres, ni carreteras, quien ganaba el mar ganaba la guerra y Prado lo sabía. El permiso del congreso lo tenía, deja al vicepresidente Luis La Puerta a cargo y sale rumbo a EEUU. El dinero para la compra no lo lleva él, está en las cuentas del Gobierno peruano. Mariano Ignacio Prado no llega a pisar suelo estadounidense porque a los 4 días Nicolás de Piérola da un golpe de estado en plena Guerra del Pacífico donde mueren alrededor de 200 personas, Luis La Puerta cede el gobierno para no seguir en absurda guerra civil dentro de una guerra externa y desde ahí se crea la leyenda negra. No es mi intención defender a Prado, tiene mucho sentido el pensar que un presidente no debe abandonar su país en plena guerra externa. Indirectamente fue su responsabilidad dejar que Piérola de un golpe de estado, le dio una excusa perfecta. Pero también era cierto que los ingleses estaban bloqueando las ventas de barcos a Perú en los principales astilleros del mundo. Además me queda claro que no huye quien deja a su esposa y sus hijos en Perú, tres de sus hijos, además, muertos en combate por el Perú, entre ellos el gran Leoncio Prado. Incluso se le ha querido solapar en el 2 de mayo del 1866, recordemos que él era el gobernante del Perú en ese tiempo.

bruno polack presentó el libro oficialmente en la fil Lima 2017, realizada en julio de este año.
 | foto: archivo del autor.