El público infantil quizás sea el más difícil de todos. Si no se captura su atención desde el inicio, lo habremos perdido. Los niños son implacables. Sin embargo, para Isabel Menéndez Ibárcena, el asunto se vuelve sencillo. Cada una de sus historias concitan el interés inmediato de los más pequeños. Así sucede con los libros que escribe. Como por ejemplo: El cerdito que no quería ser rosado (SM, 2017).  

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Foto: CMS

El cerdito que no quería ser rosado nos habla de la importancia de aceptarnos tal como somos, y de valorar nuestras particularidades.

–Exactamente, habla un poco de eso, de quererse como uno es. Saber que uno es valioso y que no se necesita imitar a otros. Y habla de eso, de aprender a quererte. Siempre toco ese tema en mis historias, es un tema recurrente. Me costó mucho aceptarme como soy, por mucho tiempo. Y me parece importante que los niños entiendan que está bien ser como uno es, así tengas lentes, seas más alto, seas más bajo, seas flaquito, seas gordito. Seas como seas, eres importante. Y es importante que te quieras como eres.

–Sobre todo cuando empiezas a crecer, y ciertos parámetros establecidos pueden afectarnos…

–Cuando uno crece va creciendo con una serie de parámetros que la misma sociedad te da. Los chicos viven bombardeados ahora de una perfección que no existe. Y es el culto a lo perfecto, a lo lindo; cuando todos somos lindos y bonitos, y tenemos nuestras propias perfecciones. Solo que mucha gente en vez de verlo como algo positivo, lo ve como algo negativo y entonces lo realza. Y eso no está bien. Y allí viene el tema del bullyng, el burlarte del otro, de reírte, de hacer sentir mal al otro. Y allí empiezas a sentirte mal. Y te das cuenta que algo no está bien.

–¿Cómo surge tu interés por escribir historias para niños?

–Siempre me gustó escribir. Desde chica escribía historias, escribía poemas, escribía mil cosas. Y cuando estudié educación inicial, lo que más me llamaba la atención eran los cuentos y la música para niños. Y, bueno, empecé a escribir para niños como es parte mía, no es que yo decida. Simplemente se dio. Y empecé a escribir por mi trabajo. Como jugando. Para mí es eso: divertirme con las palabras, con los personajes.

–Últimamente pareciera que se le da más importancia a la literatura infantil. ¿Piensas que es así?

–Sí, creo que sí. Unos dicen que no debería llamarse literatura infantil, que es literatura finalmente. Para diferentes edades, pero es literatura. Creo si, ahora se le da más importancia, y creo que tiene que ver con este fomento que ahora se le da a la lectura. Y allí está el tema del plan lector, pero la idea es que lean no sólo por el plan lector, porque tengan que evaluarlos. Para mí, por ejemplo, la literatura no debería ser evaluada. Lo que debería hacerse es que los maestros contagien en sus alumnos el gusto por la lectura. Y hay muchas cosas que deberían cambiar en ese sentido. Pero creo también que es un trabajo conjunto, no sólo el colegio, sino también en casa. Los papás tienen que involucrarse más con los chicos, leerles cuentos, contarles cuentos. Así vas a formar a chicos lectores. Pero volviendo a tu pregunta, sí, se está haciendo un trabajo muy fuerte: las editoriales, los colegios de fomentar la lectura. Falta mucho, pero se está trabajando bonito.

–Se dice que escribir para niños es difícil…

–Para mí no es difícil. Además de escritora soy narradora de cuentos. Y para mí es fácil contarles historias a los chicos. Se me hace difícil contarles a los adultos, empiezo a temblar… pero con los niños no, me paro frente a ellos y soy una más. Creo que eso es lo que me ayuda a contarles historias, porque hablo un lenguaje similar. Eso es lo que siento. Y trato de tocar temas que a ellos les pueda interesar y se puedan sentir identificados.