Fernando Iwasaki aterrizó en Lima, proveniente de Sevilla –cuidad donde se ha afincado desde hace varios años–, para presentar, entre otros dos libros, la reedición de su primer conjunto de cuentos Tres noches de corbata (Seix Barral, 2018), a manera de celebración por los 30 años de su aparición, que significó el inicio de una trayectoria literaria importante. Sobre este libro conversé con Fernando, en la cafetería del hotel Ibis, en Miraflores, recordándome él una charla que tuvimos mucho tiempo atrás en la librería El Virrey sobre esta otra estupenda novela suya, Neguijón

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR | Fotos: CMS

–Leía el prólogo original del libro y decías que no imaginabas cómo le iría al libro. No le ha ido nada mal.

–Cuando escribí este libro me sentía fundamentalmente historiador. Pensaba que era un libro muy ocasional. No me imaginaba escribiendo muchos más libros de ficción. Y era un libo que yo imaginaba como quien se pone un jazmín en el ojal del historiador. Entonces, al decir “no me imagino cómo le irá en este mundo”, en “este mundo cruel”, incluso, creo que dije, era recordando esa frase de Borges que dice que tú escribes un libro, lo publicas y deja de pertenecerte. Al final, el tiempo transcurrido ha permitido que la vocación literaria, que empezó muy tímida, se consolidara y ya no me imagino sin escribir ficción o sin escribir ensayos, e impregnando de literatura incluso los libros de historia. Me parece que las ciencias sociales, que son muy importantes, también la prosa las enriquece. No sólo debes advertir la presencia de un fenómeno y describirlo, sino también la forma en que lo escribes, en que lo presentas, creo que también influye lo suyo para que el lector quede un poco prendado de tu planteamiento.

–Recuerdo a algunos escritores decirme, en relación a la historia y la ficción, que la ficción permite ciertas aproximaciones que las ciencias sociales no logran. ¿Coincides con ellos?

–Seguro que eso es así, pero yo no utilizo ese recurso. Es decir, prefiero darle más valor a la literatura como lectura antes que como forma de aproximación a través de la escritura. Lo que me sirve del oficio de escritor para mi oficio de historiador es el ser capaz de escribir sobre el pasado, pero utilizando todos los recursos de la escritura literaria, pero no la escritura de ficción. En cambio, sí me interesa la ficción como insumo de investigación histórica. Si tú quieres escribir sobre el mundo del barroco y el siglo XVII, no puedes no leer Lope de Vega, no puedes no leer a Cervantes, no puedes no leer a Quevedo. Porque la forma como estos escritores describían la vida cotidiana de sus criaturas de ficción es lo más parecido al ambiente que estás tratando de recrear. Sí pienso que la literatura como insumo de la investigación es muy importante para mi trabajo de historiador. 

–¿Cómo tomas, como autor, la reedición de tu primer libro? 

–Pienso que se reedita fundamentalmente por el cariño y por la complicidad de Enrique Planas, de los editores y de los amigos reunidos en esta edición. Pienso que además, se reedita porque no he dejado de publicar y, por lo tanto, estás celebrando que llevas 30 años escribiendo distintas cosas. Y desde ese punto de vista puedo comprender que se reedite de esta forma, porque no creo, sinceramente, que solo los cuentos de este libro me avalen para que exista en la literatura peruana. Siento que es este libro como base, como plataforma sobre la cual han venido los otros. Desde ese punto de vista tiene sentido reeditarlo. Si yo hiciera una revisión implacable de cada uno de estos cuentos, quizás no me quedaría con más de tres, que son además los que se han reeditado mucho, como “El ritual”, “La invención del héroe” o, incluso, “Tres noches de corbata”. No es que a los otros no los considere en este grupo de tres, otros lectores a lo mejor lo harían, pero son los tres cuentos sobre los que he seguido explorando caminos narrativos. Por ejemplo, escribí un libro como Ajuar funerario y no habría podido escribirlo sin antes escribir “El ritual”. Y “Tres noches de corbata” dialoga con el mundo del terror.

–Ahora que mencionas esto de caminos que se inician en algunos cuentos de este libro, pienso en la presencia del humor, que también recorre tu narrativa…

–Sí, no he entendido nunca la literatura sin el humor. No todos los cuentos de este libro lo tienen, pero en algunos es manifiesto. Por ejemplo, tengo aquí conmigo este librito que acabo de reparar el título La otra batalla de Ayacucho es uno de los cuentos de este libro, lo que quiere decir que para Bizarro ediciones ese cuento funciona para el lector escolar, por ejemplo. Celebro que sea así, me da mucha alegría, pero es lógico que en un primer libro más o menos como la cadena de ADN literario que va a seguir funcionando. El humor estaba allí y me ha acompañado siempre.

–Finalmente, ¿cómo conjugas esas dos facetas tuyas, la literaria, refiriéndonos a la ficción, y la histórica?

–Me parece que le damos demasiada importancia a la ficción. Es decir, quizás el mercado pide novelas, mucho menos cuentos. Y siempre estamos preguntándole a un escritor qué está escribiendo en novela. A mí me parece que tú puedes publicar un libro de aforismos, un libro de artículos, de crónicas o de memorias y por supuesto de cuentos o de historia, y todos ellos explican quién eres. Y cuál es el mundo que describes en todos tus libros. Y en mi caso, por ejemplo, el libro que presenté en la feria, fue mi tesis doctoral y que prácticamente no la revisaba en muchos años. Y me di cuenta, o siempre fui consciente que de allí salió Neguijón, que de allí salió Inquisiciones peruanas. De esa tesis han salido ensayos filológicos sobre otros temas del barroco y sin embargo, todos esos libros se alimentan mutuamente, se enriquecen entre sí.