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Adolph: Mañana, las ratas

RESEÑA | José B. Adolph. Mañana, las ratas (Minotauro, 2020), pp. 225.

Publicado: 2020-12-08

Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR 

Pienso en José B. Adolph y lo recuerdo con sus tirantes y sus eternos y oscuros cigarrillos de una marca que ya olvidé. Recuerdo a su pareja, la pintora Delia Revoredo, y a Misha, su gata negra que solía aparecer repentinamente en medio de nuestras charlas en aquel departamento que él tenía en la calle Ocharán, en Miraflores. Otro atisbo en la memoria me remonta a un tiempo anterior, cuando lo descubrí, como autor, gracias a mi entrañable amigo Manuel Eráusquin, quien no solo lo había conocido personalmente sino que, además, me prestó su ejemplar de Un dulce horror, un estupendo libro de cuentos del que recuerdo, sobre todo, el relato “La expulsión”. Aun me estremezco al recordar el desconcertante final de aquella historia de un grupo de mujeres invidentes.

Con Manuel conversamos muchas veces sobre los cuentos de Adolph que habíamos leído y sobre el título de una novela suya que nos llamó la atención: Mañana, las ratas. Título que ya a esas alturas nos parecía de una brillantez inobjetable. Pero no teníamos acceso a la misma. Tenía, pues, muchos deseos de conseguir la novela. Empresa complicada pues ya no se encontraba en librerías (se había publicado muchos años antes, en 1984). El destino, sin embargo, jugó a favor. Comentándole de aquel interés a mi padre, diligente lector de ciencia ficción, descubrí que él tenía la novela en su biblioteca: aquella primera edición de Mosca Azul. El destino también contribuyó a que pudiera conocerlo poco después y entablar con él una sincera amistad.

Mañana, las ratas es, sin duda, un clásico de la ciencia ficción peruana. Ambientada en una Lima, en 2034, Adolph nos presenta un mundo en el que se ha abolido el Estado Nación como forma de organización social, pasando a una suerte de organización empresarial, con directorios regionales. Lo que no se ha abolido –por el contrario parece haberse intensificado– son las brechas sociales, entre ricos y pobres. El protagonista es Tony Tréveris, un ejecutivo precisamente de uno de los directorios regionales. Un personaje desenfadado, de una punzante ironía que recuerda (al menos a mí) al mismo Adolph. El principal conflicto de la novela son los brotes de insurrección de los oprimidos. Así aparece en escena el líder de esos movimientos rebeldes, una suerte de líder religioso que se vale del dogma para manipular a su gente. Narrada en tercera persona y a un ritmo trepidante, la novela no solo evidencia el envidiable pulso narrativo de Adolph, sino su capacidad para darle a sus personajes una densidad psicológica envidiable.

Hace un par de semanas, volví a sumergirme en la historia. Volví a acompañar a Tréveris a bordo de su Gem Electric del 32. Releí la novela gracias a una esperadísima y necesaria reedición. Mañana, las ratas ha sido reeditada bajo el mítico sello de ciencia ficción Minotauro (perteneciente al Grupo Planeta). Una linda edición, curada por el también escritor Enrique Planas, quien además añade un muy interesante prólogo. JBA, como solía llamarlo, falleció en el 2008, pero estoy seguro que le habría puesto contento esta reedición, aunque también sé que lo hubiera disimulado con alguna frase mordaz. El final de la novela es impactante. Lo fue cuando la leí por primera vez y lo ha sido en esta nueva lectura. Ambas las he disfrutado porque se trata de una estupenda novela que no deben dejar de leer, ahora que ya está al alcance de todos. Y espero sea el inicio de una serie de reediciones de sus libros. Su enorme talla de autor así lo exige.


Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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